viernes, 29 de junio de 2012

COMEDIA DE EL CURIOSO IMPERTINENTE


Comedia de El curioso impertinente
Guillén de Castro


PERSONAJES:
EL DUQUE DE FLORENCIA.
LA DUQUESA.
CAMARERO DEL DUQUE.
CAMILA, dama.
LEONELA, su criada.
LOTARIO.
TORCATO.
ANSELMO, caballero.
CULEBRO, español.
ASCANIO, padre de Camila.
CLAUDIA, criada.
JULIA, criada.
BELUCHA, criada.
Tres músicos.
Gente que oye música.
Algunos criados.
Dos pajes.
Algunos alabarderos.
Un bailarín.

Acto I
Salen los músicos y cantan este romance.
MÚSICOS Amor que me quita el sueño
para rendirme sin él,
aunque me le pintan niño
gigante debe de ser.
(Abren la ventana y aparecen EL DUQUE y LA DUQUESA DE FLORENCIA,
CAMILA, dama, y un CAMARERO DEL DUQUE, y salen por una puerta
LOTARIO y TORCATO, que son los que dan la música, y por otra puerta
algunos que salen a oílla, y prosiguen los músicos cantando.)
MÚSICOS Los minutos de las horas
he contado desde ayer,
y con todo, a las estrellas
les pregunto qué hora es.
¡Qué bueno va el pensamiento
en castigo de que fue
a tus ojos atrevido
y a mis entrañas cruel!
Turbado sube a tu cielo,
y temeroso también,
que el no acertar a subir
es comenzar a caer.
Favor, señora, piedad,
pues en los aires lo ves,
y un cabello de los tuyos
su escalera puede ser.
Abre esas puertas divinas,
que bien puede merecer
quien gradas de cielo pide
que en grados de gracia esté.
(Dicen los que oyen la música.)
OYENTES ¡Oh, qué bien!
DUQUE Bien han cantado.
DUQUESA Gusto me ha dado infinito.
LOTARIO ¿Qué decís del romancito?
TORCATO ¿Es vuestro?
LOTARIO ¿Qué enamorado
no es poeta? (¡Ay, bellos soles!)
TORCATO ¡Qué propio estilo de amantes!
DUQUE ¿Y quién son?
CAMARERO Representantes
españoles.
DUQUE ¡Y españoles!
DUQUESA Y como en Italia están
dan gusto.
CAMARERO A todos le han dado:
en Roma han representado,
en Nápoles y en Milán,
y asombra su gentileza,
pero no es mucho que asombre
con las comedias de un hombre
monstruo de naturaleza.
DUQUE ¿Es Lope?
CAMARERO En él has caído
sin habértele nombrado.
DUQUE Por el nombre que le has dado
es de todos conocido.
CAMARERO Que parezcan en España
bien, las comedias de allá,
no es mucho, pero que acá
asombren, es cosa extraña.
No sé cómo a oíllas vienen,
con tal concurso y silencio,
—863→
adonde Plauto y Terencio
tan grandes amigos tienen.
DUQUE ¿Dirás que son imperfetas
porque al arte contradicen?
CAMARERO Sí, señor.
DUQUE Por eso dicen
que son locos los poetas.
Ven acá: si examinadas
las comedias, con razón
en las repúblicas son
admitidas y estimadas,
y es su fin el procurar
que las oiga un pueblo entero,
dando al sabio y al grosero
qué reír y qué gustar,
¿parécete discreción
el buscar y el prevenir
más arte que conseguir
el fin para que ellas son?
¡Bueno es que Plauto difunto
nos dé ley en su Alcorán!
Sin duda en España están
estas cosas en su punto.
Sin duda allí se acrisola,
sin melindres de poesía,
la gala, la argentería,
de la agudeza española.
Representa un español
un galán enamorado,
y parece en el tablado
como en el oriente el sol.
Hace un rey con tal efeto
que me parece al de España,
de suerte que a mí me engaña
y obliga a tener respeto.
Pues sale como el aurora
la que hace reina o princesa,
y, por Dios, que la Duquesa
—864→
no parece tan señora.
Los españoles merecen
por sus comedias, por ellos,
tanto oíllas como vellos,
pues con todo gusto ofrecen.
Lo que importa es prevenillas,
los que vinieren a vellas,
ingenio para entendellas
y prudencia para oíllas.
Porque merezcan también
silencio, yo al menos siento
que es de mal entendimiento
quien no las escucha bien.
CAMARERO Pues los bailes y las danzas
que hacen tañendo y cantando,
ya bailando, ya danzando
con variedad de mudanzas,
es extremo.
DUQUE Pues la luna
nos da su luz para vellos,
diles que bailen.
CAMARERO Con ellos
hablaré.
LOTARIO De mi fortuna
he fiado.
TORCATO Bien has hecho:
ella te hará su marido.
CAMILA (A Lotario he conocido.
(Aparte.)
¿Qué mucho, si está en mi pecho?)
CAMARERO ¡Ce! ¿Oyen? Manda su Alteza
que se baile.
LOTARIO ¿El Duque? Luego
él lo manda y yo lo ruego.
(Un bailarín que salió con los músicos dice.)
BAILARÍN Alto, pues: con la presteza
disculparé el no saber
—865→
bailar como yo quisiera.
MÚSICOS ¿Traes castañetas?
BAILARÍN Espera
¿Pues no las he de traer?
Pero ¿solo, he de bailar?
MÚSICO La guitarra dejar puedo:
bailemos.
LOTARIO Con deuda quedo
que no la podré pagar.
(Cantan los músicos y bailan entre tanto el bailarín y un otro.)
MÚSICOS Huyen las tinieblas
del alba gentil,
porque salga riendo
de vellas huir.
La cobarde noche,
que no ve lucir
su luna y estrellas
y tus ojos sí,
como, de turbada,
no puede advertir
que está en su principio,
recela su fin.
Huyen las tinieblas
del alba y de ti,
porque salga riendo
de vellas lucir.
De tu cielo hermoso
es alba, al salir,
su rostro divino
de nieve y carmín,
y cuando por señas
puedo presumir
que amanece sólo
para verme a mí,
huyen mis desdichas
que en tinieblas vi,
porque salga riendo
de vellas huir.
(Acaban de cantar.)
DUQUE Gran donaire, mucha gala.
OYENTE 1º ¿Qué os parece?
OYENTE 2º A maravilla.
LOTARIO Buena ha sido la letrilla.
MÚSICOS Perdonad si ha sido mala.
DUQUE ¿Qué te parece, Camila?
CAMILA Muy bien.
DUQUESA Con mucha razón.
CAMILA (Y tanto que el corazón
tiernas lágrimas destila.
Efetos del tierno amor
con que a mi Lotario adoro.
De alegre y contenta lloro.)
MÚSICOS ¿Mandaisnos algo, señor?
LOTARIO Al fin la música ha sido,
como la causa, extremada:
yo seré, en vuestra posada,
a mostrarme agradecido.
MÚSICOS Hareisnos de muchos modos
mercedes.
LOTARIO Irán con vos
mis criados.
MÚSICOS Guárdeos Dios.
OYENTE 1º Ya se van.
OYENTE 2º Vámonos todos.
DUQUE Es hora ya, vamos, pues.
CAMILA (Mi Lotario, Dios te guarde.)
DUQUESA Imagino que ya es tarde.
CAMILA Para cenar ya lo es.
(Vanse los músicos y los que la oían, y éntranse de la ventana EL DUQUE y LA
DUQUESA y CAMARERO, y CAMILA, cerrándola, dice estos tres versos.)
CAMILA Con qué amoroso cuidado
he quedado, aunque tu amor
disimulo. ¡Ay, santo honor!
(Éntrase.)
LOTARIO Ya la ventana han cerrado,
ya de mi gusto las puertas
se cierran, ya mi pasión
las alas del corazón
solamente deja abiertas.
Fuese mi luz soberana,
agora sí es noche escura,
no hay piedra de sepultura
más cruel que una ventana
para un hombre que se halla
muerto de amor al sufrilla.
TORCATO Lo que de gloria al abrilla,
dará de pena al cerralla.
LOTARIO Amigo, mi sol se ha puesto,
loco estoy, ciego y confuso.
TORCATO Pues este sol que se puso
se pondrá en tus brazos presto,
¿qué te afliges?
LOTARIO Si pensara
que eso tan presto no fuera,
si en tus brazos no muriera
con mis manos me matara.
TORCATO Bueno está, pasito, ten,
¡sobrado a Camila quieres!
LOTARIO Es honra de las mujeres,
y afrenta suya también.
El buen trato y el buen celo
de su honor, a quien consagro
toda el alma, es un milagro
que esparce glorias del cielo.
En tres años que la adora
mi pecho, puede saber
—868→
que es ángel en que es mujer
que, desdeñando, enamora.
TORCATO Pues ¿tan poco andado tienes
en sus amores?
LOTARIO ¡Oh amigo!
Has de saber que conmigo
son fingidos sus desdenes,
y esto me obliga a perderme
por ella que, en su desdén,
muestra que me quiere bien,
y disimula el quererme.
Y como todo es recato
de su honor, echo de ver
que es buena para mujer
una mujer de este trato.
TORCATO Si no quererte ha fingido,
¿en qué has mirado mejor
que te quiere?
LOTARIO Es fuego amor,
y jamás está escondido.
Y cuando, entre sus despojos,
el ver sus ojos me toca,
el recato de su boca
veo perderse en sus ojos.
Sé también que ha procurado,
con disimulo, con tiento,
conclusión al casamiento,
con su padre concertado.
TORCATO ¿Y en qué está?
LOTARIO Todo está llano,
yo soy el que lo entretengo,
por la obligación que tengo
de esperalle por la mano
de Anselmo, mi grande amigo,
a quien de Génova espero,
cuyo gusto seguir quiero,
que es mi norte en cuanto sigo.
TORCATO No es cordura el dilatar
cosa que se estima tanto.
¿Y no temes que, entretanto,
se puede el viento mudar?
Y si pareciese Anselmo
a tratar cosa tan grave,
como dicen que en la nave
suele aparecer Santelmo,
¿qué harás? Perder ocasión
no parece cosa cuerda.
LOTARIO No dejaré, aunque la pierda,
de cumplir mi obligación.
TORCATO ¿Luego estimas su amistad
más que el amor de Camila?
LOTARIO Sí, por cierto, y la aniquila
quien dudare esta verdad.
TORCATO Desde agora la sublimo
donde las estrellas ves.
LOTARIO Quiero decirte cuál es,
porque veas si la estimo.
Los padres de Anselmo y mío,
en compañía, trataban
sus grandiosas mercancías,
innumerables y varias,
no embargante que los dos
son de lo mejor de Italia,
donde, por costumbre antigua,
los más principales tratan.
Yo, al nacer, quedé sin madre,
murió mi padre en España,
adonde, en su testamento,
para mi tutor señala
al padre de Anselmo, y él,
con ternísimas entrañas,
recibiéndome en sus brazos,
de mi educación se encarga,
y fuimos Anselmo y yo,
con una igualdad extraña,
nacidos en una cuna,
criados en una cama,
sola una ama nos dio leche,
que no quisimos tomalla
él ni yo, prodigio grande,
de los pechos de otras amas.
Fuimos los dos a una escuela,
tuvimos los dos una alma,
aprendimos unas letras,
seguimos una esperanza.
Fueron, con la edad, creciendo,
a medida de las causas,
efetos innumerables
de correspondencia extraña:
para los dos son comunes
las haciendas y las casas,
con ser la de Anselmo agora
de las más ricas de Italia.
Entre él y mí no hay secreto,
y ninguno de importancia
se ha visto de nuestras bocas
en las lenguas de la fama.
No hay engaño entre nosotros,
porque entre nosotros anda,
de ver la verdad desnuda,
la mentira avergonzada.
Nunca nos dimos disgusto
por obra ni por palabras,
ni aun por señas. Y encontrados
en los gustos veces varias,
jamás por mujer reñimos,
prueba de ser extremada
amistad que una mujer
a deshacella no basta.
Mil veces puso la vida
en peligro por mi causa,
y yo por guardar la suya
me he visto muerto otras tantas.
En fin, es nuestra amistad
tan grande, que en toda Italia
los conformes, los amigos
por excelencia nos llaman.
Mira, pues, si estando Anselmo
en Génova, porque falta
tres años ha de Florencia,
y vendrá de hoy a mañana,
si es razón que yo le espere,
y con su gusto se haga
el mío dos veces grande,
si él le concluye y le trata.
TORCATO Dices muy bien. (¡Ay de mí!
(Aparte.)
Si Anselmo viene, sin falta
he de perder este amigo,
que en mis pobrezas me ampara.
Yo haré poco, o he de ver
esta amistad acabada,
tiniendo el primer lugar
en su pecho y en su casa.)
LOTARIO Torcato, vamos. Adiós
paredes, rejas, ventanas,
cerradas para mis ojos
y abiertas para mi alma.
A mi Camila la envío,
que el menor resquicio basta
para meterse en los pechos
las almas enamoradas.
¿Si duerme mi bien agora?
TORCATO Y no menos que en la cama,
sobre mullidos colchones
y entre sábanas de holanda.
LOTARIO ¡Quién le hiciera compañía!
TORCATO Cuando fuera entre dos tablas,
fuera bueno.
LOTARIO Tú te burlas
y a mí el pecho se me abrasa.
(Vanse. Salen EL DUQUE y LA DUQUESA, y el CAMARERO con algunos
criados, con sus toallas, como que acaban de dalles de cenar.)
CAMARERO ¡Sillas, hola!
DUQUESA El trasnochar
moderado no condeno,
aunque digan que el cenar
tarde es malo.
DUQUE Aquello es bueno
que se suele acostumbrar.
La costumbre es poderosa
cuando a la larga la emplea
cuerpo o alma, en cualquier cosa,
y tanto que hasta una fea
hace parecer hermosa.
DUQUESA ¿Qué es de Camila?
CAMARERO Ya viene.
(Sale CAMILA.)
DUQUESA Salíos fuera.
DUQUE (¿Qué ha de ser
(Aparte.)
lo que mi mujer previene,
con llamar esta mujer
que tan sin alma me tiene?)
DUQUESA ¿Camila?
CAMILA Señora mía.
DUQUE Aquí, aquí puedes sentarte.
DUQUESA Levanta.
DUQUE (¡Ay, luz de mi día!)
(Aparte.)
DUQUESA Tu padre quiere casarte...
DUQUE (¡Ay, muerte de mi alegría!)
DUQUESA ... y de ti quiere saber
si te ofende o si te agrada
en esto.
CAMILA Siendo mujer,
hija suya, y tu criada,
¿qué tengo de responder,
o qué voluntad tendré,
sin la vuestra?
DUQUESA Dices bien.
DUQUE (Aparte.)
(Muero de pena. ¿Qué haré?)
DUQUESA ¿No me preguntas con quién?
CAMILA Yo, señora, ¿para qué?
Si es que manda Vuestra Alteza,
y mi padre, para mí
eso basta.
DUQUE (¡Qué extrañeza!)
DUQUESA Pueden competir en ti
el valor y la belleza.
CAMILA (Ya sé que Lotario es,
(Aparte.)
a quien con el alma adoro.)
DUQUESA Vence en quilates al oro
tu virtud.
CAMILA Beso tus pies.
DUQUESA Yo la estimo.
DUQUE (Y yo la lloro.)
DUQUESA Y el Duque, en esta ocasión,
ha de hacer, por amor mío,
lucida su estimación.
CAMILA No menos que eso confío
de Su Alteza.
DUQUE Y con razón.
(¡Ay de mí! ¿Qué haré?) Yo quiero
hacer que conozca el mundo
que es tu prima, pues me fundo,
ya que no he sido el primero,
en ver si seré el segundo.
Darela cien mil ducados
y este diamante, en señal
de que serán bien pagados.
CAMILA En tu pecho liberal
están bien asegurados.
Dame los pies.
DUQUESA Dame a mí
la mano.
DUQUE Bueno es que ignores
que he de besártela a ti.
De tus joyas, las mejores
puedes dalle.
DUQUESA Harelo así.
DUQUE Toma agora esta cadena
con esta cruz de diamantes.
CAMILA (Para aprisionarme es buena:
(Aparte.)
con dádivas semejantes
pide remedio a su pena,
pero no le ha de tener
porque pesa más mi honor.)
DUQUESA ¡Qué buena para mujer
es Camila!, ¡con qué honor,
con qué gusto lo ha de ser!
DUQUE ¡Con qué contento marido
logrará su pensamiento!
CAMILA Para estarme agradecido,
cuando no esté muy contento,
sé que estará muy servido,
porque es mi valor, en quien
fío, después de los cielos.
DUQUESA Eso creo yo, y también
que el no apretalle con celos
consiste en serville bien.
DUQUE Bien consejos sabéis dar,
pero vos, Duquesa amada,
mal los supistes tomar.
DUQUESA De mis celos engañada
aprendo a desengañar.
Tú, que mi escarmiento ves,
si quieres vivir en paz
ni los pidas ni los des,
que es apetito de agraz
que obliga a llorar después.
(Finge dormirse.)
DUQUE Buena lición te ha leído
la Duquesa.
CAMILA Y de los cielos
en su boca ha parecido.
DUQUE Mas ¿cómo hablando de celos
tan sin ellos se ha dormido?
CAMILA Sueño ha sido bien extraño.
DUQUE ¿Dormís vos, Duquesa mía?
Ella duerme, o yo me engaño.
DUQUESA (De mis sospechas querría
(Aparte.)
dar alcance al desengaño.)
DUQUE Pues ella cierra los ojos,
ábrelos tú, para ser
menos fiera a mis enojos.
CAMILA Señor.
DUQUESA (Ciega quiero ver
(Aparte.)
lo ciego de tus antojos.)
CAMILA ¿Qué nueva ocasión he dado?
¿No está siempre mi decoro
contrapuesto a tu cuidado?
DUQUE Mi bien, gasta mi tesoro,
señora, emplea mi estado,
si con ha cello remedio
la vida, que he de acabar
si a ser tuyo no me animo.
CAMILA ¿Con oro quieres comprar
lo que con el alma estimo?
¿Tan poco estimas mi honor?
Por ello te aborreciera,
cuando te tuviera amor.
DUQUE Quedo: mi Duquesa fuera
quien lo tratara.
DUQUESA (¡Ah, traidor!)
CAMILA Si es que apoyas tus cuidados
en que por dote me diste
tus joyas y tus ducados,
diversamente entendiste
mis pensamientos.
DUQUESA (¡Qué honrados!)
CAMILA Toma, y verás hoy
que tan en su punto están,
que del oro que te doy
nunca he sido piedra imán,
y piedra de toque soy.
DUQUE Camila, señora, paso,
ya conozco tu valor,
pero ¿qué haré, si me abraso
en tus ojos y en tu amor?
Montes subo y mares paso,
loco estoy: dame siquiera
la mano, y un alma tente
si almas estimas. Espera.
CAMILA Para esto solamente
verás cómo soy ligera.
(Levántase y retírase CAMILA.)
¡Duque!
DUQUE ¡Camila!
CAMILA Señor,
advierta tu ciego antojo
que mi sangre tiene honor,
y que es antiguo despojo
de nobleza.
DUQUE Es ciego, amor.
Ciegos están mis enojos,
ciega la noche, mi bien,
y, por lograr mis antojos,
hasta mi mujer también
tiene cerrados los ojos.
CAMILA Abriréselos.
DUQUE ¡Desvía!
CAMILA ¡Mi señora!
DUQUE ¡Cosa brava!
DUQUESA ¿Qué hay, Camila?
CAMILA ¿Qué tenía
vuestra Alteza, que soñaba?
DUQUESA La pesadilla sería.
CAMILA ¡Jesús, qué extraña amargura
de congoja y aflicción!
DUQUESA Fue el despertarme cordura.
DUQUE (¡Que pudo tal discreción
(Aparte.)
juntarse a tal hermosura!)
DUQUESA Dormiré de aquí adelante
con más cuidado que agora.
DUQUE (Esta mujer es diamante.)
(Aparte.)
DUQUESA Ven, Camila.
CAMILA Voy, señora.
DUQUESA ¡Cómo es ciego el que es amante!
DUQUE ¿Qué decís, que no os entiendo?
(Muriendo voy.)
CAMILA (Voy temblando.)
DUQUESA Que de vos voy conociendo
que estáis más ciego velando
que yo lo estuve durmiendo.
Tú eres honrada mujer.
CAMILA Tus pies beso.
DUQUE (Blanda cama
me espera, pues he de arder
en desdenes de mi dama
y en celos de mi mujer.)
(Vanse.)
(Salen ANSELMOy dos criados.)
ANSELMO Avisa a Lotario. ¿Vas?
CRIADO 1º Sí, señor.
ANSELMO ¿Cómo no vuelas?
Quita, quita estas espuelas.
CRIADO 2º ¿Y las botas?
ANSELMO Déjalas,
y veré misa primero,
pues tenemos, como ves,
cerca la iglesia, y después
ver a mi Lotario quiero.
Prevénganme otro vestido,
mudareme.
CRIADO 2º ¿Y no es mejor
descansar? Mira, señor,
qué de postas has corrido.
ANSELMO Pues no estoy, por vida mía,
muy cansado.
CRIADO 2º Cosa es brava.
ANSELMO ¿No ves que no me cansaba
pensando a lo que venía?
Y así corriendo y pensando
que a Lotario iba sirviendo,
como venía corriendo
quisiera venir volando,
porque esta correspondencia
le debo de muchos modos.
CRIADO 2º Con razón os llaman todos
amigos por excelencia.
ANSELMO Merece bien esos nombres
nuestro extremo de amistad.
(Sale CULEBRO, español.)
CULEBRO ¡Oh infame necesidad,
a qué obligas a los hombres!
Cuando ofendes, cuando enfadas,
bien dicen que en ti no hay ley.
Mas, ¡cuerpo de Dios!, si el rey
no paga las cuchilladas
y las paga un florentín,
un pobre español ¿qué hará,
puesto que en Italia está
como en la tierra un delfín?
ANSELMO ¿Cómo no tocan a misa?
CRIADO 2º Pues hartas suelen decir.
ANSELMO Ve: cuando quieran salir
a decilla, ven y avisa.
CULEBRO (¿Qué es aquesto? ¿Si es aquél
a quien viene el sobreescrito?
¡Bravo talle!, ¡gran delito!
Calle, casa, iglesia, y él
de camino... Él es, sin duda.
¡Qué gala!, ¡qué buena cara!)
ANSELMO (A mirarme se repara.
De mil colores se muda...)
(¿Qué puede este hombre querer?)
CULEBRO (Solos estamos los dos.
Lástima es dalle, por Dios,
pero en efeto ha de ser.
Mas a extraños sentimientos
obligará ver partida
tal cara.)
ANSELMO (No vi en mi vida
tan notables movimientos.)
Gentil hombre, ¿qué queréis?
¿Qué os detiene? ¿Qué os repara?
CULEBRO Vengo a cortaros la cara,
mas pienso que no queréis.
ANSELMO Si vos me lo aconsejáis
podrá ser que yo lo quiera.
CULEBRO Disparate grande fuera.
ANSELMO Bonísimo humor gastáis.
¿Quién sois? ¿Qué buenaventura
de esta suerte os ha traído?
CULEBRO Luego, ¿no habéis conocido
por la pinta esta figura?
ANSELMO No sé de vos qué presuma,
porque en la cuenta no caigo.
CULEBRO ¿Pues, no basta el ver que traigo
poco pelo y mucha pluma
para ver que soy soldado
español, y que así estoy
en Italia, donde soy
bien venido y mal pagado?
ANSELMO Pues bien, ¿de mí qué queréis?
Que os serviré es cosa clara.
CULEBRO La mitad de vuestra cara,
por lo menos, me debéis.
Mirad qué puede valer
y dádmelo de contado.
ANSELMO Donaire tiene el soldado.
CULEBRO Vuestro al menos lo he de ser,
y oídme que no os engaño,
que a ofenderos he venido.
ANSELMO Pues ¿sin haber ofendido
yo a ninguno?... ¡Caso extraño!
CULEBRO A mí me llaman Culebro,
y tengo, naturalmente,
el discurso impertinente
y casquivano el celebro.
Y así, en diez años de Flandes,
hice con gallardo efeto
cosas que en otro sujeto
parecer pudieran grandes,
mas sucediome después,
por bien pequeña ocasión,
que di a uno un bofetón,
herí a siete y maté a tres.
Salime imitando el viento,
fuime a Palermo, y allí,
en cuerpo de guardia di
con esta daga al sargento.
Pasé a Nápoles, y en él,
al cabo de siete días,
por no sé qué niñerías,
requisitos de cuartel,
molí a palos a un soldado.
Embarqueme, y de hambre muerto,
en Liorna tomé puerto,
y así en Florencia he llegado.
Y no viendo en mi pobreza
forma alguna de que diesen
materia por quien subieran
vapores a la cabeza,
—881→
vi un gentil hombre garbato,
que así los llamáis aquí,
mirome, llegose a mí,
y después de hablarme un rato
indiferentes razones,
con astucia y gentileza
halló puerta a mi pobreza
para dalla a sus traiciones.
Díjome que me daría
chento escuti en plata pura,
porque hiciese una abertura
en vuestra cara.
ANSELMO ¿En la mía?
CULEBRO ¿No sois Anselmo?
ANSELMO ¿Esto pasa?
Mi nombre negar no quiero.
CULEBRO Y en esta calle, y frontero
de una iglesia, vuestra casa.
Estas señas imagino
que me ha dado.
ANSELMO Y son las mías.
CULEBRO Y que dentro de dos días
llegarías de camino.
Con ello llegué a esta calle
para hacer lo que ofrecí,
y, piadoso, cuando vi
vuestra cara y vuestro talle,
por Dios que me parecía,
cuando el daros intentaba,
que con la una mano os daba
y con la otra os defendía.
En fin, no pude emplear
ejecución tan ruin,
hicísteme sangre al fin,
y no os la pude sacar.
Y así, como os pareciese
cosa justa, imaginaba
que pues el otro me daba
cien ducados porque os diese,
que me deis vos la mitad
para que deje de daros;
que no es poco el ahorraros
los cincuenta.
ANSELMO Así es verdad,
y vos habéis procedido
como piadoso y discreto,
y así yo, no sólo aceto
tan provechoso partido,
pero si él os daba en plata
los cien ducados, en oro
os los doy: tomad.
CULEBRO Adoro
quien tan bien procede y trata.
ANSELMO Y otros ducientos aquí
os ofrezco en un papel,
si volvéis a hacer en él
lo que él quiso hacer en mí.
CULEBRO ¿Pues a un hombre tan honrado
obligáis con interés
a esas cosas?
ANSELMO Digo que es
el español extremado.
CULEBRO Tú, pues riendo te estás,
poco debes saber
qué es tomar por no tener,
o tomar por tener más.
Por un ducado, sin nada,
haré cualquier cosa vil,
y con ciento, por cien mil,
no daré una cuchillada.
Que tomar, cuando venía
tan sin blanca a esta ciudad,
fue entonces necesidad,
y agora vicio sería.
Mas si por tu gentileza
quieres que al mundo trabuque,
¡voto a Cristo que al gran Duque
le cortaré la cabeza!
ANSELMO Tu donaire y tu valor
tanto me obliga a estimarte,
que en mi casa has de quedarte,
si es que gustas.
CULEBRO Sí, señor.
ANSELMO Pero dime, por tu vida,
pues son míos tus cuidados:
¿quién te daba cien ducados
porque me dieses la herida?
CULEBRO Por Dios que se me olvidaba:
díjome que te dijese,
quien mandó que te la diese,
que Lotario te la daba.
ANSELMO ¿Quién?
CULEBRO Lotario.
ANSELMO ¿Quién?
CULEBRO Lotario,
Lotario mil veces digo.
ANSELMO ¿Que mi contrario es mi amigo?
¿Que mi amigo es mi contrario?
¡Válgame Dios! ¿Y qué haré?
¡Válgame el cielo! ¿En qué he dado?
¿Lotario de mí agraviado?
¿Lotario de mí ofendido?
¡Válgame, válgame Dios!
¿Quién tal vio? ¿Quién tal pensara?
¿Cortar me quiere la cara?
¿Si piensa que tengo dos?
CULEBRO Señor, ¿qué es esto? ¿A quién digo?
¿Qué tienes?
ANSELMO ¡Ay, cielo santo!
Pero ¿en esto dudo tanto?
Español, soldado, amigo:
toma, empuña dos espadas.
Lotario, pues tú lo quieres,
dame, da donde quisieres
una y muchas cuchilladas.
No tienes en qué dudar,
podrasle después decir
que las quise recibir
porque él me las quiso dar.
CULEBRO Por Dios, donoso presente
para tal correspondencia.
ANSELMO ¡Que tanto puede el ausencia,
que no es amigo el ausente!
Mas, ¡ay Dios! ¿Yo soy honrado?
¿Yo soy su amigo? ¿Yo he sido
quien de su espada he temido
y en su amistad he dudado?
Con el primer movimiento
pude temer y dudar,
pero en dándole lugar
el discurso, el pensamiento...
Ya considero, ya sé
que no te han dicho verdad,
y que ofendo su amistad
si pongo en duda su fe.
Español, Lotario es hombre
que no le iguala ninguno:
tú te engañaste o alguno
se ha valido de su nombre,
para hacer esta traición.
CULEBRO Eso todo puede ser,
mas para hacértelo ver
no nos faltará ocasión.
¿Quién viene?
ANSELMO No sé quién sea,
pero el gran Duque será,
que en esta iglesia querrá
ver misa. Sí, ya se apea.
CULEBRO De hermosura y de valor
viene bien acompañado.
ANSELMO A esta puerta y a este lado
podremos vello mejor.
(Salen LOTARIO y TORCATO delante, luego acompañamiento, EL DUQUE y
DUQUESA, CAMILA, dama, y LEONELA, su criada.)
TORCATO ¿Que Anselmo ha venido?
LOTARIO Y yo
muero por velle y hablalle.
Iremos luego a buscalle.
TORCATO (Si el español lo encontró,
yo aseguro que lo emprenda,
dándole mis señas luz.)
CULEBRO Quien te enviaba la cruz
(A un lado con ANSELMO.)
y me fio la encomienda
es él uno de los dos.
ANSELMO ¿Cuáles dices?, ¿dónde están?
CULEBRO Los que delanteros van.
ANSELMO ¿Cuál dellos? ¡Válgame Dios!
CULEBRO Aquel del izquierdo lado.
ANSELMO Eso sí, que estuve muerto.
El otro es Lotario.
CULEBRO ¿Cierto?
¿Luego yo he sido engañado?
Pues por vida...
ANSELMO Calla agora.
DUQUE Desta iglesia la portada
es digna de ser mirada.
DUQUESA ¿No es muy bella?
CAMILA Sí, señora.
ANSELMO Y este cielo puede ser
de la tierra admiración.
LOTARIO Bellos ojos.
TORCATO Bellos son.
ANSELMO ¿Si es ángel o si es mujer?
LOTARIO ¿No es Camila muy hermosa?
ANSELMO ¡Jesús, qué extraña hermosura!
DUQUE Es notable arquitectura.
DUQUESA ¿No es muy extraña?
CAMILA Es famosa.
(¡Ay, Lotario de mi alma!)
LOTARIO (¡Ay, Camila de mi vida!)
CULEBRO ¡Ce!
TORCATO ¡Amigo!
CULEBRO Ven.
TORCATO ¡Brava herida!
(Vanse todos, sino ANSELMO.)
ANSELMO ¿Quién me deja en esta calma?
Fuego es éste, rayo ha sido,
y puedo habello pensado
en que tan presto ha llegado,
y en que del cielo ha venido.
¡Oh mujer! ¡Oh bellos ojos!
¡Oh ángel de nieve pura!
¡Oh soberana hermosura!
¡Oh celestiales despojos!
¿Qué hechizo es éste, qué encanto
que me tiene ciego y loco?
¿Y cómo en tiempo tan poco
puede un hombre querer tanto?
Mas quiero volvella a ver.
(Sale LOTARIO de la iglesia.)
LOTARIO ¿Adónde con tanto brío?
ANSELMO Sólo tú, Lotario mío,
me pudieras detener.
LOTARIO Mil abrazos te prevengo.
ANSELMO Mil gracias doy a mi suerte.
LOTARIO ¿Cómo vienes?
ANSELMO Vengo a verte,
que es decir que bueno vengo.
¡Qué hambre traigo de hablarte!
LOTARIO Yo la tengo de servirte,
con mil cosas que decirte
más despacio en otra parte.
Mas dime: ¿qué te llevaba
agora con tanta prisa?
ANSELMO En este templo a ver misa
entraba... pero no entraba
sino a ver... Pues que contigo
nunca he tenido secreto,
escucha un extraño efeto.
LOTARIO Ya te escucho, di.
ANSELMO Ya digo.
Entre aquellas damas bellas
que la Duquesa traía,
una vi que al alma mía
pudo parecelle, entre ellas,
como entre estrellas la luna.
LOTARIO ¿La que junto a la Duquesa
iba?
ANSELMO Sí...
LOTARIO (Camila es ésa.)
ANSELMO Y yo sospecho...
LOTARIO (¡Ay, fortuna!)
ANSELMO ... que en aquel punto reinaba
algún planeta que en mí
pudo tanto, que me vi
ciego y loco.
LOTARIO ¡Cosa brava!
ANSELMO Sentí gloria en los antojos
con quien me entretuve al vella,
y quedé muerto, al perdella,
no del alma, de los ojos.
Y entraba ciego y perdido
a vella, cuando saliste,
y con que te vi y me viste,
que era el gusto pretendido,
estoy tal, que yo me espanto
de ver, con mi ciego ardor,
que un disparate de amor
en tan poco pueda tanto.
LOTARIO ¡Yo soy muerto!
ANSELMO ¿Qué ocasión
te ha ofendido y te ha obligado?
¿Qué tienes?
LOTARIO Hanse parado
las alas del corazón,
y quiéroselas cortar,
pues son de poco provecho.
ANSELMO Pues estando yo en tu pecho
¿se pueden ellas parar?
LOTARIO Hanse parado por ti,
cansadas de estar batiendo.
¡Ay, Anselmo!
ANSELMO No te entiendo.
Habla más claro: di, di.
LOTARIO Como por tu dama hermosa
te vi, ardiendo, quedar frío,
y tu corazón y el mío
es todo una misma cosa,
sentí, como era razón,
las penas con que te hallas,
y queriendo remediallas,
cubrióseme el corazón,
topando en inconvenientes
que ya tu amistad venció.
ANSELMO ¿Cómo?
LOTARIO Escucha... (Y quede yo
(Aparte.)
con el alma entre los dientes.)
¿Supiste de quién estás
enamorado? ¿Esa dama
conoces?
ANSELMO Sé que en su llama
vivo ardiendo y no sé más.
LOTARIO Deuda de los Duques es,
y es Colona su apellido,
de Nápoles ha venido
habrá tres años y un mes.
(Yo lo tengo bien contado,
(Aparte.)
¡ay de mí!)
ANSELMO ¿Qué te ha perdido?
¿Qué es esto?
LOTARIO Un vaguido ha sido
que en la cabeza me ha dado.
ANSELMO Quédese, quédese aquesto
agora.
LOTARIO No, amigo, no,
porque para hacello yo
me importa el pensallo presto.
Digo, Anselmo, que esta dama
es de tan grande valor,
que ha llegado a ser mayor
que su hermosura su fama.
Es en el mundo un retrato
de la misma castidad,
un sol de la honestidad
y un ejemplo del recato.
Es un valor que enriquece,
es un divino respeto,
es un cielo, es, en efeto,
mujer que no lo parece.
ANSELMO Bueno está, no digas más,
que tanto más me enamoras,
y es perderme.
LOTARIO (En lo que ignoras
está la gloria en que das.)
ANSELMO ¿Cómo podré merecella
si ella es tal, amigo, hermano?
LOTARIO Si tú gustas, de mi mano
quiero casarte con ella.
¿No fiarás, sin temor,
que te la dé mi amistad,
que iguale a tu calidad
y que diga con tu honor?
ANSELMO ¿En qué dudas? Bueno fuera
que eso de ti no fiara,
pues cuando no me agradara
por tu gusto la quisiera.
LOTARIO Pues en tu casa me aguarda
confiado... (Muerto estoy.)
(Aparte.)
ANSELMO ¿Qué me dices?
LOTARIO Ve.
ANSELMO Ya voy.
(Vase ANSELMO.)
LOTARIO ¿Qué me anima y me acobarda?
¡Ay, amistad y amor! Visible estrago,
fogoso brío, movimiento lerdo,
que me encoge dudando en lo que acuerdo
y me anima pensando en lo que pago.
En no perder a Anselmo ¡qué bien hago!,
y en perder a Camila ¡qué bien pierdo!
¡Extraña competencia! Loco y cuerdo,
mil quimeras fabrico y mil deshago.
Pero perdona, amor, si me enemisto
contigo, porque venza, aunque me pese,
la amistad que en mi pecho se acrisola.
Que bien podrá sin mengua, quien se ha [visto
tantas veces rendido al interese
rendirse a la amistad una sola.
¿No es éste Ascanio y es quien
iba a hablar? ¡Estoy mortal!
Cuando es para hacerme mal
todo se concierta bien.
(Sale ASCANIO, padre de CAMILA.)
ASCANIO ¿No es Lotario? Todo el día
te busco para abrazarte
como hijo.
LOTARIO Por pagarte
merced que no merecía,
te quiero. Escucha a este lado.
(¡Ay, Camila! )
ASCANIO ¿Qué has tenido?
Todo el color has perdido,
las lágrimas te han saltado.
LOTARIO ¿Conoces a Anselmo?
ASCANIO Sí.
¿Quién no conoce su nombre?
LOTARIO ¿Y sabes... sabes que es hombre...
ASCANIO ¿Túrbaste?
LOTARIO Perdona.
ASCANIO Di.
LOTARIO ... que me iguala en calidad
y me aventaja en riqueza?
Pues su trato y gentileza
¿quién lo ignora?
ASCANIO Así es verdad.
LOTARIO Pues ése ha de ser esposo
de Camila. (Cruel sentencia.)
(Aparte.)
ASCANIO No hay hombre en toda Florencia
tan rico y tan poderoso,
ni aun en Italia hay ninguno
más rico y más principal.
Dicha es grande.
LOTARIO Siendo tal,
poco te seré importuno.
ASCANIO Por su esposa te prometo
a mi Camila.
LOTARIO Alto, pues.
(¡Ah, poderoso interés,
y qué presto hiciste efeto!)
ASCANIO Mas ¿cómo se ha de tratar?
LOTARIO Como estaba concertado:
a que sea el desposado
le llevaré en mi lugar.
ASCANIO Dices bien, por vida mía;
que aun Camila no ha querido
saber quién era el marido.
LOTARIO (Es porque ya lo sabía.)
(Aparte.)
ASCANIO Pues adiós, prevenle luego,
mientras que a prevenir voy
a los Duques.
LOTARIO Muerto estoy,
ardo helado y miro ciego.
¡Ay, Camila! Tú dirás
que he sido amante traidor,
mas perdona, que el amor
de mi amigo pudo más.
(Vanse. Salen EL DUQUE y su CAMARERO.)
CAMARERO Casada podrás tener
la que hasta ahora no has tenido.
DUQUE Y eso ¿cómo ha de ser?
CAMARERO Con los celos del marido
se granjea la mujer.
Haz que los tenga de ti
su marido, y atropella
su decoro, y fía de mí,
que el pedírselos a ella
será interceder por ti.
DUQUE Daráselos mi cuidado
a su esposo, y serán celos
los mayores que se han dado,
daré quejas a los cielos
y a ella todo mi Estado,
o a mí me daré veneno
por no ofender a los dos.
(Salen LA DUQUESA y ASCANIO.)
DUQUESA Para una infanta era bueno
tal casamiento.
ASCANIO De Dios
ha venido cuanto ordeno.
DUQUESA Duque, apercebíos a honrar
a Camila, a quien agora,
su padre quiere casar.
DUQUE (¡Ay del alma que la adora!)
(Aparte.)
En todo os he de agradar,
y merece su nobleza
cuantos favores le ofrece
vuestra mano.
ASCANIO Vuestra Alteza
con mercedes favorece.
DUQUE (¡Ay, soberana belleza!)
(Sale CAMILA.)
CAMILA (Ya llegó el dichoso día,
y punto, de ser mi esposo
Lotario, que es alma mía:
bien dicen que no es dichoso
sino quien sufre y porfía.)
Vuestras Altezas me den
la bendición y las manos.
DUQUE Camila, levanta.
DUQUESA Ten.
ASCANIO Y los cielos soberanos
mil bendiciones te den.
CAMILA Y a ti te guarden los cielos.
DUQUE (Para sufrir tal mudanza...
DUQUESA (Para no vivir con duelos...
DUQUE ... bueno es tener esperanza.)
DUQUESA ... no es malo quedar sin celos.)
(Salen LOTARIO y ANSELMO, galanes.)
ANSELMO (¡Que tal gloria he de alcanzar!)
LOTARIO (¡Que tal bien he de perder!)
ANSELMO (¡Que a tal gusto he de llegar!)
Si los puedo merecer,
pies y manos me han de dar
Vuestras Altezas.
DUQUESA Alzad.
DUQUE ¡Oh, Anselmo! No estéis ansí,
lo que os estimo, estimad.
ANSELMO Dádmelos vos.
ASCANIO Vos de mí
estos abrazos tomad.
(Todo esto se dice aparte.)
CAMILA (¡Que a tan gran ventura llego!)
LOTARIO (¡Que nunca llega mi muerte!)
ANSELMO (Todo es gloria.)
LOTARIO (Todo es fuego.
Ella me mira y no advierte
que la estoy mirando ciego.)
DUQUESA Con mi licencia podéis
dalle a Camila la mano.
ANSELMO Tus pies beso.
LOTARIO (Ojos, ¿qué veis?)
ANSELMO Por ver lo que en ella gano,
estimo que me la deis.
CAMILA (¿Qué es esto, amante traidor?
(Duda CAMILA.)
¿Qué he de hacer?... Mas yo nací
honrada.)
ASCANIO ¡Hija!
CAMILA Señor,
ya la doy. (¡Ay, santo honor,
(Aparte.)
milagros hacéis en mí!)
(Danse las manos.)
LOTARIO Vengo a darte el parabién,
agora que te has casado,
¿sabes, Anselmo, con quién?
ANSELMO Con mujer que tú me has dado,
que eso basta.
LOTARIO Dices bien,
pues que por mujer te di
la misma que yo quería,
que en el punto que la vi
en tu pecho, no fue mía
sino tuya.
ANSELMO ¿Qué te oí?
Lotario... ¡No me dijeras
con qué mujer me casaba!
LOTARIO ¿Cómo, Anselmo, la tuvieras?
Porque tú no la quisieras,
viendo que yo la esperaba,
y como te vi perdido,
procuré verte excusado
del dolor que yo he sentido:
llega a tu cielo adorado,
goza tu bien pretendido,
pues te puedo asegurar
que a darte una mujer vengo
que mil mundos puede honrar,
de quien sólo un «Padre tengo»
he merecido escuchar.
ANSELMO Ya, Lotario, estoy vencido
de tu amistad.
DUQUE ¿Quién creyera
lo que agora ha sucedido?
DUQUESA Amistad tan verdadera
no se ha visto ni se ha oído.
(Sale TORCATO herido en la cabeza y CULEBRO tras él.)
TORCATO ¡Justicia!
CULEBRO Espera, traidor.
TORCATO Líbreme Dios de tus manos.
DUQUE ¿Qué es esto?
TORCATO Duque, señor...
CULEBRO Por vida del Redemptor
de los cautivos cristianos
que...
ANSELMO ¡Tente! Pues en Palacio
del Duque, ¿qué te obligó?
CULEBRO Esas cosas miro yo
sin cólera y con espacio.
DUQUE ¿Eres loco?
CULEBRO Loco, no.
Perdóneme Vuestra Alteza,
que si éste no desviara
la cara, con tal presteza,
cuando le tiré a la cara
y le acerté a la cabeza,
no entrara yo como entré,
ciego de cólera aquí,
para enmendar lo que erré.
TORCATO ¡Señor, justicia, ay de mí,
que me ha muerto!
DUQUE Bien a fe.
Prendeldo, prendeldo y puedes
mandarle ahorcar.
CULEBRO Yo estoy
bueno entre cuatro paredes.
ANSELMO Pues con tantas causas hoy
puedo pretender mercedes,
suplícote que me des
el preso, que yo le fío,
y espero dalle después
disculpa a su desvarío.
DUQUE Sea así.
ANSELMO Beso tus pies.
CULEBRO De pensar en el cordel,
casi al pescuezo le siento.
(Hasta el fin del acto todo se dice aparte.)
CAMILA (Casamiento tan cruel,
que el principio fue sangriento,
¿qué fines se esperan dél?)
ANSELMO (Mil veces dichoso he sido.)
LOTARIO (Mil veces soy desdichado.)
DUQUE (Agora estoy más perdido.)
CAMILA (¡Ay honra! ¿A qué has obligado?)
LOTARIO (¡Ay amistad! ¿Qué has podido?)
FIN DEL ACTO PRIMERO DE LA COMEDIA DEL CURIOSO IMPERTINENTE
Acto II
Salen CAMILA y LEONELA.
LEONELA Mucho le amaste.
CAMILA Es verdad,
pero de mi honor el brío
venció, con libre albedrío,
la cautiva voluntad.
LEONELA ¿Ya no lloras?
CAMILA Ya no lloro.
LEONELA ¿Y quieres a tu esposo?
CAMILA Sí.
LEONELA ¿Tibiamente?
CAMILA Como a mí.
LEONELA ¿Tanto le quieres?
CAMILA Le adoro.
LEONELA Milagro del cielo ha sido
haberse tu amor pasado
de un querido a un desdeñado,
y de un galán a un marido.
CAMILA ¿Para eso fue menester
milagro? Si es natural
ir al bien, huir del mal...
la que es honrada mujer.
Este honrado pensamiento
tuvo principio en mi honor:
luego el discurso mejor
alumbró el entendimiento.
Vi que amor de un solo día
al de mil se adelantaba,
en uno que me dejaba
y en otro que me quería.
Y con causas de olvidar,
y efectos de agradecer,
pude al uno no querer
y pude al otro adorar;
y como el cielo me dio
un marido sin segundo,
no tiene mujer el mundo
con más contento que yo.
LEONELA A verte vienen los dos:
pon límite a tus antojos.
CAMILA ¡Con qué diferentes ojos
les miro, gracias a Dios!
(Salen LOTARIO y ANSELMO.)
ANSELMO No se os puede perdonar
tan larga ausencia.
LOTARIO Sí haréis,
pues en vuestras cosas veis
que yerro por acertar.
ANSELMO Con todo muy mal me trata.
(Sale CULEBRO.)
¿Qué hay, Culebro?
LOTARIO Escúchame.
(Háblanse al oído.)
Como en mal de amores sé
que el ausencia cura o mata,
puse la vida en su mano
para curar o morir,
y en no muriendo al partir,
era cierto el volver sano.
CAMILA Ya llegan.
LEONELA Y pienso ya
que tu sangre se alborota.
CAMILA No por cierto, ni una gota:
como antes se estaba, está.
ANSELMO Llegad, que también mi esposa
me ha de ayudar a reñiros.
LOTARIO A los dos he de serviros.
(Siempre me parece hermosa;
(Aparte.)
con todo, en mi fantasía,
a contemplalla me obligo
como a mujer de mi amigo
y no como dama mía.)
CAMILA Amigo, esposo, señor.
ANSELMO Cielo hermoso y soberano.
CAMILA Deja besarte la mano.
ANSELMO Eso a mí me está mejor.
LEONELA Español, y vos ¿qué hacéis?
CULEBRO Por hacer estoy perdido.
CAMILA Seas, Lotario, bien venido.
LOTARIO Cien mil años os gocéis.
¿Tienes salud?
CAMILA Salud tengo.
LOTARIO Ya tu contento da indicio.
CAMILA ¿Vienes bueno?
LOTARIO A tu servicio.
Me fui malo y bueno vengo.
ANSELMO Camila, riñe a Lotario
el dejarnos tantos días.
CAMILA Bien merece quejas mías
quien de tu gusto es contrario.
Mal lo ha hecho, ya eso pasa
de ser ingrato, sabiendo
lo que a ti te debe, y viendo
lo que le debe esta casa.
ANSELMO Sólo se me debe a mí
pagar con intentos buenos
mil deudas.
CAMILA Yo, por lo menos,
le debo el tenerte a ti.
LOTARIO Con el gusto que me toca
de veros, quedo pagado
y contento.
ANSELMO Habeisme dado
mil gustos con cada boca
y quedo bien satisfecho
de ver con cuánta hermandad
este amor y esta amistad
pueden caber en mi pecho.
CAMILA Que soy tu esclava imagina.
LOTARIO Y yo sombra de tu sol.
LEONELA ¡Determinado español!..
CULEBRO ¡Juguetona florentina!...
(Mirándose por detrás de sus amos los dos.)
LEONELA ¡Qué tierna correspondencia
de vista!
CULEBRO ¡Qué colear
de ojos, dulce mirar:
parece España Florencia!
ANSELMO Y en el viaje ¿os ha ido
bien?
LOTARIO Muy bien, pues lo he pasado
con el donaire extremado
de Culebro.
CULEBRO Hete servido,
y sé lo que en ello gano,
comiendo todo el camino
cansalata, que es tocino.
LOTARIO Con su hablar italiano
alborota una posada.
ANSELMO Bravo italiano estás.
CULEBRO De español no tengo más
que las plumas y la espada.
Sé que es piñata la olla,
y tiano la cazuela,
y que es la sartén padela,
vino el vin, las berzas folla,
y la ensalada, ensalata,
y pane tosto el pan duro,
y la manteca, baturo,
y el medio azumbre, canata.
Caso el queso, brodio el caldo,
y presutos los perniles,
y luchernas los candiles,
y el pillatelo, tomaldo.
Cama el leto, y blanda mola,
y bujarrón el ventero.
CAMILA Gracia tiene.
LOTARIO Bien le quiero.
(Brava nación la española.)
(Aparte.)
CAMILA Esa lengua has de aprender,
que está muy bien en tu boca.
CULEBRO Lo que al ministerio toca
del dormir y del comer
aprendí en suma tan corta,
que como este fin consiga,
si en lo demás que les diga
no me entienden, poco importa.
LOTARIO Bien dice.
ANSELMO Dice rebién.
(Hace una reverencia CAMILA a su marido y a LOTARIO para
irse.)
Camila, ¿queréis dejarme?
CAMILA Porque tengo en qué ocuparme,
y porque es justo también
que hablen solos dos amigos
que ha tanto verse esperan.
ANSELMO Vuestros ojos no pudieran
ser enojosos testigos.
LEONELA Mucho gustaré de hablarte.
(De paso.)
CULEBRO Y yo más de responderte.
(Vanse todos, dejando a LOTARIO y ANSELMO solos.)
ANSELMO ¡Ay, cielos!
LOTARIO ¿En vez de verte
contento, te oigo quejarte?
ANSELMO ¿Ves que tengo en esta casa
tan arrogante apariencia
de gustos no imaginados
y de no vistas riquezas,
en estos techos labores
artificiosas y bellas,
y en estos cuadros vencida
la humana naturaleza,
por estos suelos alfombras,
por estas paredes telas,
brocados en estas camas,
plata y oro en estas mesas,
cristal en estas ventanas,
por estos rincones perlas,
diamantes en unas manos
y en ellas mismas belleza,
en aquel rostro deidad
y en este pecho firmeza,
y ves que a mi esposa adoro
y soy adorado della?
Pues no estoy contento.
LOTARIO ¿Cómo?
ANSELMO Una locura, una fuerza
fatal me obliga y me pierde,
me descompone y me ciega.
Celos me abrasan el alma
y en Camila me dan pena
hasta el sol si alegre mira,
y el viento si manso llega,
sin tener otra ocasión,
porque ella es honrada, es cuerda,
recogida, recatada,
prudente, sabia y discreta.
LOTARIO Eso, perdóname, Anselmo,
más parece impertinencia
que celos.
ANSELMO No está en mi mano,
y escúchame, porque adviertas
que esto todo son temores
o desdichas venideras,
que tan con tiempo las pasa
quien tan sin tiempo las piensa.
Pienso, aunque es buena mi esposa,
que podría no ser buena,
y este solo «puede ser»
me aflige como si fuera;
que si el que estima una espada
no se atreve a fiar della,
sin ver que en mil ocasiones
ni se tuerce ni se quiebra,
y en la espada, que es de acero,
son menester estas pruebas,
cuanto y más en la mujer,
que es de lana la más cuerda.
Matarame esta congoja,
si con curiosa experiencia
no acrisolo su valor
y doy toque a su firmeza.
Ésta, siendo con mi honor,
sólo otro yo puede hacella,
que eres tú, Lotario, amigo,
de quien fo esta flaqueza.
Tú has de probar si es mi esposa
tan honrada como bella,
dándole a tu amor fingido
extremadas apariencias,
que si de ti se resiste,
a quien quiso, cosa es cierta
que podré vivir el hombre
más contento de la tierra,
y si se rindiese a ti,
que nunca el cielo tal quiera,
a sólo su pensamiento
podría llegar mi ofensa,
y escondida en tu secreto
estaría, y yo, aunque muerta
la vida, con el cuidado
podría excusar la afrenta.
LOTARIO ¡Jesús, qué extraña ilusión!
¿Burlaste, Anselmo, o deseas
hacer las pruebas en mí?
¿Que aún no las tienes bien hechas?
¿Quién te ha llenado el sentido
de fantásticas quimeras?
¿Qué te han hecho? ¿Qué te han dado?
¿Qué hacer quieres? ¿Qué hacer piensas?
ANSELMO Lotario, no me repliques.
LOTARIO Escúchame y considera
en mis fundadas razones
tan curiosa impertinencia.
Si, como has dicho, imaginas
que es tu esposa honrada y cuerda,
recogida y recatada,
prudente, sabia y discreta,
¿qué quieres más? Pues te basta
el ignorar que no es buena,
para dejar lo demás
del cielo a la providencia.
O no piensas lo que haces,
o no has dicho lo que piensas,
o ese propósito en ti
es locura manifiesta.
Cuando salgan en tu esposa
finísimas esas pruebas,
no sé yo qué entonces más
que tienes agora tengas;
mas si fuesen en tu agravio,
y viésemos su firmeza
vencida de la ocasión,
¿en qué darían tus penas?
¿Qué sería de tu vida?
Si así te tratan sospechas,
verdades averiguadas
tan contra tu honor, ¿qué hicieran?
Considera que no es justo
que se ponga en competencia
de pérdida que es tan grande
ganancia que aun no es pequeña.
ANSELMO No me digas más, Lotario,
pues eres discreto, piensa
que a un hombre determinado
le mata quien le aconseja.
Caber razones en quien
la razón está tan ciega,
es pedille a la fortuna
que en sus mudanzas la tenga.
Esto ha mil noches, Lotario,
que me aflige y me desvela,
pensando en muchos desvíos
que mi sinrazón vencieran,
a no ser hechizo loco,
que a pura fuerza de estrella
a mi discurso se opone,
y en mis entrañas revienta.
Haz, por Dios, lo que te ruego,
haciendo, para que pueda
con algo engañarme a mí,
no más de sola una prueba
en mi esposa, que no es tal
que se rinda a la primera.
LOTARIO Tú mismo, Anselmo, te agravias,
tú mismo, amigo, te afrentas.
Mira, por Dios...
ANSELMO Ya me enojas,
ya mi amistad verdadera
pagas mal. Si tú no quieres
sacarme desta sospecha,
ya estoy resuelto en buscar
quien lo haga y quien lo entienda,
fiando mi honor de alguno
que del todo me le pierda.
Recógele en tu sagrado,
asegúrale en mi ausencia
por...
LOTARIO Basta, no digas más:
a voluntad tan resuelta,
obedecer y callar...
ANSELMO Dios te guarde, el cielo quiera
que te sirva entre mis brazos,
a mi corazón te llega.
LOTARIO ¿Cuándo ha de ser el servirte?
ANSELMO Luego, agora.
LOTARIO Luego sea
el divertir con mi engaño
tu curiosa impertinencia.
ANSELMO ¡Hola!
(Sale CULEBRO.)
CULEBRO ¡Señor!
ANSELMO Corre y di
a Camila que la espero.
(Vase CULEBRO.)
¡Ay, amigo verdadero,
mi honor he fundado en ti!
Prueba mi esposa querida,
y del suyo satisfecho
asegúrame este pecho,
vuélvele el alma a esta vida.
LOTARIO Sosiégate, confiado
en mi fe. (¡Extraño accidente!
Ser curioso impertinente
es ser celoso el honrado;
que el que es discreto curioso,
por más valor ha tenido
dar venganzas de ofendido
que evidencias de celoso.)
(Sale CAMILA.)
CAMILA Ya que me mandéis espero.
ANSELMO Yo que mercedes me hagáis,
que a Lotario entretengáis,
mientras voy y vengo, quiero,
que el gran Duque me ha llamado
y habré de ir aunque me pese.
LOTARIO Gracioso melindre es ése.
Pues ¿eso os daba cuidado?
¿No pudiera esperar yo,
y excusar tal cortesía?
CAMILA Y acompañaron podría...
ANSELMO Que fuese solo mandó,
y habéis de esperarme aquí.
LOTARIO Cumplimientos escusados.
ANSELMO Hasta que os deje sentados
no he de partirme.
CAMILA Sea ansí.
Volved luego.
ANSELMO Luego vuelvo.
CAMILA (¡Qué notable confianza
de amistad!)
ANSELMO (¿A qué esperanza
me encamino y me resuelvo?)
LOTARIO (¡En qué estacada me veo!)
CAMILA (Mi valor queda conmigo.)
ANSELMO (Para escuchar si mi amigo
prueba a lograr mi deseo
lugar me dará esta llave.)
(Vase.)
CAMILA (No sé qué piense o qué diga.)
LOTARIO (Amigo que a tal obliga
mucho ofende y poco sabe.)
CAMILA (¿Quién del tiempo imaginara
que a este estado me trujera?)
LOTARIO (¿Quién entonces me dijera
que, pudiendo, no la hablara?)
CAMILA (De mis honrados despojos
tengo el corazón contento.)
LOTARIO (Mucho vuela el pensamiento
y mucho miran los ojos.
Como que duermo he de hacer,
para podellos cerrar,
y dejaré de pensar,
quizá, con dejar de ver.)
CAMILA (A no hablarme se ha forzado,
por no verme se ha dormido:
mucho obliga a ser querido
un hombre que es tan honrado...
Se entiende sin que al honor
se pierda un punto el decoro.)
(Hasta aquí han hablado todo aparte, y salen por un lado CULEBRO y
LEONELA.)
CULEBRO Joya mía, yo te adoro.
LEONELA Y yo a ti te tengo amor.
CULEBRO Pues encaja.
LEONELA Aún es temprano,
soy doncella.
CULEBRO Acaba, llega.
¿Ese duende de bodega
por ventura está en tu mano?
El alma sí que estará
en la palma que me has dado,
que ese punto imaginado
en otro lugar está.
LEONELA Toma el alma.
CAMILA (A pensar llego
(Aparte.)
que es mejor no estar aquí.)
LOTARIO (¡Qué bien dicen, ay de mí,
(Aparte.)
que más imagina el ciego!
Amistad, valedme agora.)
LEONELA Tuya he de ser.
CULEBRO Yo soy tuyo.
(Sale ANSELMO y vase antes CAMILA.)
ANSELMO (A mi suerte lo atribuyo.)
(Aparte.)
LEONELA Voyme, que se va señora.
(Vase.)
ANSELMO (Bien vi que el intento mío
(Aparte.)
emprendió con gusto poco.)
CULEBRO (Esta moza me trae loco,
su sombra soy, sin ser frío.)
(Vase.)
ANSELMO (Ni una palabra le ha hablado,
de su engaño estoy corrido.)
LOTARIO Presto, Anselmo, habéis venido.
ANSELMO Y aun pienso que habré tardado.
LOTARIO (¿Si es que sospecha mi engaño?...)
ANSELMO ¿Que hay de nuevo en mi quimera?
LOTARIO Que fue a la ocasión primera
tan resuelto el desengaño,
que ya no hay más que probar,
ni tienes más que temer
de una mujer que es mujer
que acierta a desengañar.
Comencé a hablalla, y compuesta
y hecha una brasa escuchome,
admirome, fuese y diome
las espaldas por respuesta;
que la mujer que se admira,
si a desdeñar se resuelve,
con las espaldas que vuelve
vuelve el seso a quien la mira.
Y pues tan buena ocasión
te obliga, a tu esposa precia,
que excede a Porcia y Lucrecia
y se iguala a cuantas son.
ANSELMO ¡Ah, Lotario! ¡Quién creyera,
al cabo de tantos años,
que yo seguro de engaños
en tu amistad no estuviera!
Ya he visto lo que ha pasado,
porque este engaño temí
desde el punto que te oí
desalabar mi cuidado;
y del retrete a la puerta
me puse, donde he podido
ver en tu pecho dormido
quedar mi esperanza muerta.
Mal mi amistad has pagado.
LOTARIO (¿Hase visto tal exceso?)
(Aparte.)
Anselmo, yo te confieso
que estoy corrido y turbado,
aunque puedo, por la fe
de nuestra amistad, jurarte
que el atreverme a engañarte
por desengañarte fue.
Pero pues culpado estoy,
de tu pensamiento extraño,
de servirte sin engaño
de hoy más palabra te doy.
ANSELMO Mil veces me has de abrazar.
Tanto, tanto, amigo mío,
de nuestra amistad confío,
que por darte más lugar
de conquistar a mi esposa,
fingiré cierta partida
de Florencia. De mi vida
te lastima.
LOTARIO (¡Extraña cosa!)
ANSELMO Es pensamiento extremado
para el intento que sigo.
(Sale CULEBRO.)
¡Culebro!
CULEBRO ¡Señor!
ANSELMO Amigo,
escucha lo que he trazado.
Un secreto se ha ofrecido
que ha de fiarse de ti.
CULEBRO Estará enterrado en mí.
Callado soy, y atrevido.
ANSELMO Yo he de fingir que me voy
aprisa, para volver
volando; tú has de saber
que en casa Lotario estoy,
adonde de cierta dama
he de gozar la hermosura,
porque tenga más segura
en mi secreto su fama.
Si mi esposa, porque tardo,
me enviase algún papel,
tómale tú y ven con él
donde sabrás que te aguardo.
CULEBRO Fía que serás servido.
ANSELMO Y tú vete y vuelve aquí.
LOTARIO ¿Despídeste agora?
ANSELMO Sí.
LOTARIO El seso tienes perdido.
¿Que no adviertes?...
ANSELMO Tu disgusto
me le pierde y me le apura.
Deja.
LOTARIO No más: tu locura
sigo a costa de mi gusto.
—913→
ANSELMO Vuelve luego.
LOTARIO Que me place.
ANSELMO ¿Vas con gusto?
LOTARIO Voy contento
a ser uno de los ciento
que dicen que un loco hace.
(Vase. Sale CAMILA.)
CAMILA ¿Que ya mi esposo volvió?
ANSELMO Con disgusto, por tu vida:
como es la primer partida
no es mucho la sienta yo.
CAMILA Luego, ¿habéis os de partir?
ANSELMO El Duque me lo ha mandado,
y estoy algo consolado
con que a Pisa tengo de ir,
que es tan cerca.
CAMILA ¿Cuándo?
ANSELMO Ya
me parto en una carroza
por la posta.
CAMILA Quien os goza,
si os pierde, ¿qué sentirá?
ANSELMO Aun mudarme el vestido
no me consiente el cuidado
del Duque. ¿Que habéis llorado?
¿Que a mis cielos he ofendido?
CAMILA ¿Que tan presto os queréis ir?,
¿tan presto os he de perder?
ANSELMO El deseo de volver
me precipita el partir.
CAMILA ¿Será presto?
ANSELMO Sí será,
pero aunque lo sea, creo
que, en vuestra ausencia, el deseo
siglos de pena tendrá.
Lotario vendrá a mirar
por vuestro regalo.
CAMILA ¡Ay, Dios!
¿Pues con otro que con vos
en vuestra ausencia he de estar?
ANSELMO Con Lotario sí, a quien fío
de mi honor todo el decoro.
¿Eso ignoráis?
CAMILA No lo ignoro,
y de su valor confío.
Mas como es mozo y galán,
y yo nueva en vuestro amor,
atemorizan mi honor
recelos del qué dirán.
ANSELMO Ya a todo el mundo, testigo
de nuestra amistad, le acuerdo
que si es tan mozo, es tan cuerdo,
si tan galán, tan mi amigo.
CAMILA Yo confieso que me pesa.
ANSELMO Pues divierte ese cuidado,
y recíbele en tu estrado,
y convídale a tu mesa.
Y en esta casa ha de hacerse
lo que él ordenare en todo.
CAMILA Será ansí. (¡Notable modo
(Aparte.)
de engañarse y de ofenderse!)
ANSELMO De la buena diligencia
de Culebro has de fiar,
si a escribir puede obligar
esta brevedad de ausencia.
Los brazos... ¿Lloráis, señora?
CAMILA ¿Pues no tengo de llorar?
CULEBRO (Él se va de aquí a gozar
de otra dama, y ella llora.)
(Aparte.)
ANSELMO Alégranme estos enojos;
adiós.
CAMILA Dejáisme muriendo.
(Vase ANSELMO.)
—915→
CULEBRO (Y será el llorar fingiendo,
que son de mujer los ojos.
El casamiento, a mi ver,
cuando bien lo estoy mirando,
no es más que estarse engañando
un hombre y una mujer.)
(Vase CULEBRO.)
CAMILA No me acobardan los gallardos bríos
de este ciego que mira con antojos,
ni temo al pensamiento ni a los ojos
que se han visto mil veces en los míos,
pues cuando el uno arroje ardores fríos,
y el otro siga inútiles despojos,
para vencer cuidados tengo enojos,
y tengo honor para buscar desvíos.
El verle a la ocasión blandir la espada,
que en mí, aunque piedra, tan de toque he [sido,
mi propio esposo la dejó afilada,
tiene en mi pecho el ánimo encogido;
que ponen grima a la mujer casada
las ocasiones que da el marido.
(Sale LEONELA.)
LEONELA Estarás muy afligida
de que tu esposo ha partido.
CAMILA No siento el haberse ido,
sino el dejarme ofendida.
Lotario aquí ha de quedar,
y conmigo ha de comer.
LEONELA ¿Pues él lo quiere querer
y tú lo quieres llorar?
CAMILA Corre peligro mi fama.
LEONELA ¿De eso, señora, te pesa?
Pues él le ofrece la mesa
ofrécele tú la cama.
CAMILA Calla, muy necia has andado,
y no te partas de aquí
un punto.
LEONELA ¿Luego, por mí,
será el otro recatado?
Por ti lo será, y por él,
siendo de tu esposo amigo;
que yo, de su amor testigo,
tres años que hablé con él,
de noche por las ventanas,
y en las iglesias de día,
esperanzas le daría
antes que hacérselas vanas.
CAMILA Con todo, mucho aprovecha
el no estar sola, de mí
no partas.
LEONELA Harelo así.
(Quien se teme, algo sospecha.)
(Sale un paje.)
PAJE Lotario pide licencia.
LEONELA Aquí, para entre las dos,
no te pese.
CAMILA (Plegue a Dios
que no me cueste esta ausencia.
Mas, valor tengo y nobleza,
sentareme...) Entre al momento.
(... porque de mi poco asiento
no le arguya ligereza.)
(Sale LOTARIO.)
¿Pues Lotario ha menester
licencia? Sin ella venga.
LOTARIO Razón es que, aunque la tenga,
la haya querido tener
pues ido Anselmo, ya pasa
la que hasta agora he tenido.
CAMILA Antes, después que él es ido
mandáis más en esta casa;
que antes mandabais los dos
en ella, como era justo,
y agora, porque es su gusto,
la mandaréis sólo vos.
LOTARIO Guárdeos el cielo. (¡Ay de mí!)
(Aparte.)
CAMILA (Turbado tiembla. ¿Qué haré?)
LOTARIO (¡Qué desafío aplacé,
(Aparte.)
a qué campaña salí!)
CAMILA Sentaos, señor.
LOTARIO Ya me siento.
(Siéntanse LOTARIO en una silla y CAMILA en una almohada.)
CAMILA (¡Qué notable confusión!)
(Aparte.)
LOTARIO (Fuertes enemigos son
los ojos y el pensamiento.)
(Aparte.)
(Sale CULEBRO.)
CULEBRO ¡Oh, qué bien nos ha venido
el irse Anselmo! Responde.
LEONELA Sí, muy bien. ¿Y sabes dónde
es ido?
CULEBRO Es ido y no es ido.
LEONELA No entiendo esa quesicosa.
CULEBRO Ven y a solas lo sabrás.
LEONELA ¡Guarte!
CULEBRO ¿Pues agora das
en cobarde y melindrosa?
Ven, por mi vida, ¿no quieres?,
y sabrasla.
LEONELA Iré, en efeto,
que por saber un secreto
se pierden muchas mujeres.
(Vanse LEONELA y CULEBRO.)
CAMILA (¡Qué de veces me ha mirado
(Aparte.)
y qué de veces ha huido
de verme!)
LOTARIO (¡Qué arrepentido
estoy de haber llegado!
(Aparte.)
¿Ireme? ¿Cielos, qué haré?)
CAMILA (¡Qué ansias señala, qué penas!)
LOTARIO (No hay sangre, en todas mis venas,
que en mi corazón no esté.
No creí que en tanto estrecho
me pusieran sus antojos:
con cada volver los ojos
mil vueltas me da el pecho.
¿Cerraré los míos? No,
que ya no puedo, aunque quiera.)
(Hasta aquí todo aparte.)
CAMILA ¿Tenéis sueño? ¿Persevera
el que tan sin tiempo os dio?
LOTARIO No, señora, antes pensaba
en lo que soñado había,
cuando soñando dormía,
y así velando soñaba.
No es muy bueno, que soñé
que atrás en el tiempo volvía,
y gozaba del mismo día
que en tus ojos me abrasé,
y llegando al corazón
con tus manos milagrosas...
CAMILA No digas más, que esas cosas
sueño han sido y sueños son.
LOTARIO Y viendo que viento en popa,
mi bien...
CAMILA Bueno está, Lotario.
LOTARIO (¡Cómo se esfuerza el contrario
(Aparte.)
cuando en resistencia topa!)
¿No me escuchas?
CAMILA Basta agora
el haberte respondido
que esas cosas sueño han sido
y sueños son.
LOTARIO Di, señora,
fuego han sido y fuego son,
que me abraso y que me abrasa.
CAMILA ¡Ay, cuitada! Ya esto pasa
el límite a la razón.
¿Son burlas esas quimeras?
LOTARIO Burlando las comencé,
pero ya muero, y no sé
si son burlas o son veras.
CAMILA Lotario, corrida estoy
de que haberme conocido
tan de atrás, no haya servido
para que sepas quién soy.
No sé qué sienta o qué diga
de tu infame proceder:
¡dísteme para mujer
y búscasme para amiga!
¿Es buena amistad, traidor,
noble pecho, trato justo,
al amigo dalle el gusto
para quitalle el honor?
¿Y es...?, pero quiero dejarte,
por no oírte y por no verte,
y porque es favorecerte
el pararme a desdeñarte.
LOTARIO Señora, no escandalices.
Perdóname, escucha, ten.
(Con este honrado desdén
(Aparte.)
me abrasa.)
(Sale un paje cuando CAMILA se va a entrar y dice.)
PAJE El Duque.
CAMILA ¿Qué dices?
PAJE Que el Duque pide licencia.
CAMILA (Esto agora me faltó.
(Aparte.)
¡Ay, cielos!, bien digo yo
que ha de costarme, esta ausencia.)
LOTARIO No se le puede negar.
CAMILA ¿Dónde Leonela se ha ido?
(Sale LEONELA.)
LEONELA El Duque, el Duque ha venido.
LOTARIO Volveos, señora, a sentar.
(¡Ay, amistad!)
CAMILA (¡Ay, honor;
qué forzada estoy contigo!)
LOTARIO (¡Que haga tan necio amigo
tan grande amigo traidor!
Mas ¡quién pudiera mirar
sin abrasarse y morir
tan discretro resistir,
tan honrado desdeñar!)
LEONELA ¡No sé de ti qué sospecho!
(A CAMILA.)
CAMILA Leonela, ¡quién me dejara!
LEONELA Quien tiene sangre en la cara,
fuego señala en el pecho.
CAMILA De cólera pudo ser.
LEONELA ¿Luego no ha sido de amor?
(Sale EL GRAN DUQUE con el CAMARERO y TORCATO, y acompañamiento.)
CAMILA ¡Jesús!
DUQUE ¿Camila?
CAMILA ¡Señor!
DUQUE ¡Con qué miedo os vengo a ver!
CAMILA ¿Es de que me quejo yo
del ausentarme el marido?
DUQUE ¿Ausente está? ¿Dónde ha ido?
CAMILA ¿Luego no se lo mandó
Vuestra Alteza?
LOTARIO (Agora advierte
su engaño.)
DUQUE No mandé tal.
CAMILA (A su trato desleal
da colores desta suerte,
pues él debió de enviallo
porque quiso a solas verme,
y luego, por no ofenderme,
se obliga a disimulallo.)
DUQUE Yo, que hasta aquí no sabía
esa ausencia, en mis antojos,
miedo de verme en tus ojos
era sólo el que traía.
CAMILA Mal a entender me acomodo
esos miedos.
DUQUE Ya me acaban.
LOTARIO (Estos celos me faltaban
para abrasarme del todo.)
CAMILA (¿En qué está puesto mi honor?,
¡peligro corre mi vida!)
DUQUE Como está el alma encogida,
siempre opuesta a tu rigor,
son los miedos engendrados
de antojos y devaneos,
contrarios a los deseos.
LOTARIO Serán en tu pecho honrados,
porque el de Anselmo les dio
mil causas de ser ansí.
DUQUE ¿Quién te mete en esto a ti?
LOTARIO Porque soy Anselmo yo.
CAMILA (Al menos quisiera sello,
en todo.)
DUQUE Y cuando eso fuera
¿qué me importaba?
LOTARIO Partiera
el más delgado cabello
en materia de honor suyo,
a no ser tuyo el agravio.
DUQUE Guarda el cuello y cierra el labio.
LOTARIO Soy tu vasallo y es tuyo.
DUQUE Cortarete la cabeza,
por vida de...
LOTARIO En mí hay valor
para perdella.
CAMILA Señor,
repórtese Vuestra Alteza.
¿Tú me defiendes, Lotario?,
¿es bien que de mí se crea
que yo no basto, aunque sea
tan poderoso el contrario?
DUQUE Vete, vete.
LOTARIO Donde estoy
me manda, señor, matar.
CAMILA Tú, que me sueles honrar,
¿no te acuerdas de quién soy?
Tu exceso a injusticia pasa.
Mal de mis cosas arguyes.
¿Así mi opinión destruyes?
¿Así afrentas esta casa?
De Lotario acompañada
saldré della.
DUQUE (Muerto quedo.)
CAMILA Que con justicia la puedo
dejar, por dejarla honrada.
Acogereme al sagrado
de la tuya.
DUQUE Bueno fuera.
Sosiega, Camila, espera,
perdona el andar sobrado,
pues que ya con irme emiendo
los enojos que te di.
CAMILA Tus pies beso.
LOTARIO Agora sí
te iré yo, señor, sirviendo.
DUQUE (Así quiero aseguralla.)
TORCATO ¡Extraño suceso!
CAMARERO Extraño.
DUQUE (Y podré, con el engaño
de no seguilla, alcanzalla.)
(Vanse todos, y quedan CAMILA y LEONELA solas.)
CAMILA ¡Qué bueno queda mi honor,
perseguido y acosado
deste Príncipe arrojado,
y deste amigo traidor!
En este trance, ¿qué aguarda?
En este daño, ¿a qué llega,
pues quien me manda me ruega,
y me roba quien me guarda?
Bien será llamar a quien
dé más fuerza a mi flaqueza;
que en mujer no hay fortaleza
que sin alcaide esté bien.
Recado para escribir
me trae, Leonela, al momento.
(Saque LEONELA una mesica y recado para escribir.)
Este honrado pensamiento
quiero alabar y seguir.
Sabrá Anselmo lo que pasa,
y agraviado y satisfecho,
qué mujer lleva en su pecho,
qué amigo deja en su casa.
Llama a Culebro, ¿podré
(Vase LEONELA.)
acertar, Dios soberano?
Bien es que guíe la mano
quien ha esforzado la fe.
(Escribe.)
(Salen CULEBRO y LEONELA.)
LEONELA Pienso que te quiere dar
una carta que le lleves.
Volando harás lo que debes.
CULEBRO Poco tendré que volar.
LEONELA Finge que al viento te igualas.
CULEBRO Ya yo sé en tales fracasos
hurtalle al viento lo pasos,
y a la mentira las alas.
CAMILA ¡Culebro!
CULEBRO ¿Señora?
CAMILA Ve,
(Cierra la carta y dásela.)
toma postas para dar
esta carta. Has de volar.
CULEBRO Como un cernícalo iré.
CAMILA (Honra, a las voces que das
respondo con lo que hago.
Lo que te debo te pago,
haga el cielo lo demás.)
(Vanse los tres. Sale ANSELMO.)
ANSELMO Como espera, como siente,
uno cera, otro diamante,
los favores el amante,
el cuchillo el delincuente,
la tierna niña el esposo,
el viejo enfermo la muerte,
el desdichado la suerte,
y la desdicha el dichoso,
así yo, con este extremo
de cuidado y de disgusto
me prevengo al mayor gusto,
la mayor desdicha temo.
(Sale LOTARIO.)
¡Lotario!
LOTARIO ¡Anselmo!
ANSELMO ¿Qué ha sido?
De tus tristezas, ¿qué siento?
LOTARIO Por tu causa estoy contento,
y por la mía corrido.
ANSELMO ¿Cómo?
LOTARIO Fue tanto el rigor,
en tu Camila enojada,
que haciendo prueba de honrada
me ha tratado de traidor.
Dio fuerza al conocimiento
de su inmensa honestidad,
advirtiome tu amistad
y afeó mi pensamiento.
Huyó, en fin, de mi locura,
y sospecho que mandara
matarme, si no mezclara
con el honor la cordura.
Tú tienes honrada esposa:
por notable dicha ten
haber salido tan bien
de prueba tan peligrosa.
(Salga CULEBRO con una carta.)
ANSELMO Lotario, Culebro.
CULEBRO A un lado
toma y lee.
ANSELMO Así lo haré.
(Lee ANSELMO la carta.)
LOTARIO (¿Qué será? Lo que pasé
con el Duque le he callado,
porque el que quisiere honrar
a su amigo, ha de querer
en su ausencia responder
y a sus oídos callar.)
ANSELMO ¡Ay, mi esposa, ay mi alegría!
Oye, amigo: escucha un poco.
LOTARIO Alegre estás.
ANSELMO Estoy loco.
¡Ay, firma del alma mía!
(Lee alto la carta.)
«Yo me hallo tan imposibilitada de sufrir esta ausencia, que si no
venís luego me habré de ir a entretener en casa de mis padres, aunque
deje sin guarda la vuestra, porque la que me dejasteis, si es que quedó
con tal título, mira más por su gusto que por lo que a vos toca. -
Camila.»
¿Puede haber gusto mayor?
¡Qué de glorias me aseguro!
LOTARIO Con tal carta de seguro,
seguro queda tu honor.
¿Qué quieres más? Tus temores
vencidos, mil palmas llevas.
ANSELMO Quiero hacer mayores pruebas,
por tener gustos mayores.
LOTARIO ¿Qué me dices? ¿Qué te escucho?
¿A qué aspiras? ¿Estás loco?
ANSELMO Las palabras pesan poco
donde el honor pesó mucho,
y no estará bien probado
el de Camila, hasta ver
en las obras qué ha de hacer
del oro, que es más pesado.
Prueba si puedes rendir
con joyas de estimación
esta fuerza, que ellas son
bravas piezas de batir,
y si batiéndola ansí
queda en pie esta fortaleza,
mi honor tendré, en su belleza,
aún más seguro que en mí.
Para esto te prevengo,
en mi escritorio cerrados,
en oro diez mil ducados,
y aún más, prevenidos tengo.
Y componle algún soneto,
y otros versos, que cerrado
un pecho algo interesado
abre puerta a lo discreto.
Direle que andas perdido
de cierta dama extremada,
y en tus versos celebrada:
es Clori nombre fingido.
Ya sombras desta mentira
podrá verlos mi mujer,
yo presente, y podré ver
con qué semblante los mira.
Y prevenla tú después
que los hiciste por ella:
permita, amigo, mi estrella
que tantos gustos me des.
LOTARIO Anselmo, de hielo soy
cuando advierto tu cuidado.
¿Que con lo que te ha pasado
no estás seguro?
ANSELMO Sí estoy,
mas lo que digo se intente,
por curiosidad no más.
LOTARIO Por Dios, que pasando vas
de curioso a impertinente.
¿Y no adviertes, vuelve en ti,
que es tu Camila muy bella,
y si tú te fías della
yo no me fío de mí?
Mira que la tuve amor,
y que no es justo perderme,
ni honrada amistad ponerme
a pique de ser traidor.
¿No ves que mudar podría
tu ocasión a mi esperanza?
ANSELMO Con eso más confianza
me has dado que yo tenía,
pues demás de ver las veras
en nuestra amistad tan claras,
pienso que no me avisaras
cuando ofenderme quisieras.
Sigue mi gusto y no des
en eso.
LOTARIO Basta, en buen hora.
ANSELMO Yo voy a mi casa agora
y tú puedes ir después.
LOTARIO Dios te guíe. (Con mi amor,
y con tus locos extremos,
precipitados corremos
tú a infelice y yo a traidor.)
(Vanse. Salen CAMILA y LEONELA.)
CAMILA Mucho tarda, el esperar
me aflige. ¿Fue por la posta
el español?
LEONELA Sé que aposta
habrá querido tardar,
pues donde el papel llevó
bien pocos pasos está.
CAMILA ¿Luego, Anselmo no estará
fuera de Florencia?
LEONELA No.
CAMILA ¿Y por qué lo has sospechado?
LEONELA De Culebro lo he sabido,
que su secretario ha sido
y está de mi amor picado.
Llegó a decirme el efeto
de su amante corazón,
y de una en otra razón
fue deslizando el secreto:
de cierta dama que adora
está bebiendo el aliento
tu esposo.
CAMILA ¡Ay, cielo! ¿Qué siento?
LEONELA Muéreste por él, señora,
y estás su sombra adorando,
mientras él te está ofendiendo.
CAMILA Pues cuando estoy defendiendo
su honor, muriendo y matando,
¿me ofende con otro amor?
¿Ya qué habrá que no me asombre?
¡Ah, traidor! ¡Ay, hombre, ay, hombre,
que es lo mismo que traidor!
De ti formo justas quejas,
pues ya contra la ocasión,
perdida la obligación,
con sólo el honor me dejas.
¡Qué cobarde me has dejado
con lo que me has ofendido!
¡A este fuerte defendido,
qué de fuerzas le has quitado!
Porque hay en la más honrada
diferencia conocida
del no arrojarse, ofendida,
al defenderse, obligada.
(Sale ANSELMO.)
LEONELA Tu Anselmo viene.
ANSELMO ¡Mis ojos,
mi bien, señora!
CAMILA ¡Señor!
ANSELMO ¿Cómo tan tibio calor
en la boca y en los ojos?
Con un «Señor» desabrido,
con un mirar enfadado,
los brazos me habéis negado.
CAMILA (¿Direle que me ha ofendido
(Aparte.)
con celos? Mas callarelos,
porque acaba la vergüenza
del marido quien comienza
a dalle o pedille celos.)
Si habéis leído mi carta
ella os dirá mi razón.
ANSELMO ¿Y ésa es bastante ocasión
de esos enojos?
CAMILA ¿No es harta?
ANSELMO No, porque yo asegurado
pienso, sin duda, que ha sido
algún no haber entendido,
en sombras imaginado,
y en vos, mi bien, se levanta
hasta quedar espantoso:
que al honor escrupuloso
cualquiera sombra le espanta.
Demás de estar satisfecho
de amistad que es tan famosa,
sé que a Lotario otra cosa
le tiene ocupado el pecho.
Con su hacienda pretendida
y en sus versos celebrada,
sirve a esta dama casada,
y de lo demás se olvida,
cuatro años ha. En esto ve
si te engañas.
CAMILA No hay dudar
que me debí de engañar.
Conozco que me engañé.
ANSELMO Mas ya Lotario ha llegado
y desengañarte espero.
(Sale LOTARIO.)
¿No me abrazas?
LOTARIO Eso quiero.
¡Bien venido!
ANSELMO ¡Bien hallado!
CAMILA (¡Jesús, que engañada estuve
(Aparte.)
y en qué tiempo! Mas, ¡ay cielos!
¿Cómo agora tengo celos
del amor que entonces tuve?
¿Que cuando a mí me servía,
a otra mujer adoraba?
¡Ah, traidor, cómo engañaba!
¡Ah, falso, cómo fingía!)
ANSELMO ¿Traes algo escrito?
LOTARIO Sí traigo.
CAMILA (Líbreme Dios de mi afrenta,
pues cuando caigo en la cuenta,
en redes de celos caigo.)
LOTARIO Gocéis mil años, señora,
este gusto.
CAMILA Grande ha sido.
(¿Que en tal cuerpo haya podido
caber un alma traidora?)
(Aparte.)
LOTARIO ¿Bien allá lo habéis pasado?
ANSELMO Sí pasara, si estuviera
con mi bien.
CAMILA (¡Quién os creyera!
¡Qué traición!)
ANSELMO ¿Habéis dudado
en lo que os adoro, amores?
LOTARIO Testigo bastante soy.
CAMILA No lo dudo. (Buena estoy
(Aparte.)
metida entre dos traidores.
Toda el alma se desvela,
que por sus traiciones pasa,
mas la del uno me abrasa
y la del otro me hiela.)
LOTARIO (¡Qué rigor, ay, ojos tristes,
en su cielo habéis mirado!)
ANSELMO Pienso que aún no le ha pasado
(A LOTARIO.)
el enojo que le distes.
Vos acá, Lotario amigo,
¿qué hicistes?, ¿vivís quejoso?,
¿daos un punto de reposo
cuidado que es tan antiguo?
LOTARIO ¿Luego habéis dicho su efeto
a Camila?
ANSELMO ¿Pues no? Sí,
que en Camila, en vos y en mí
es común cualquier secreto.
Bien pueden fiarse della...
LOTARIO (Y más los del alma mía.)
ANSELMO Porque a su melancolía
deparo de entretenella,
de los versos que enviáis
a vuestra Clori, lee
algunos.
CAMILA Yo gustaré
de vellos.
LOTARIO Si vos gustáis,
será disculpa bastante
del disparate en que doy:
oíd, advirtiendo que soy
mal poeta y buen amante.
(Lee este soneto.)
Volaste, pensamiento, loco y ciego,
causando invidia al águila ligera,
y como el sol te recibió en su esfera
volviste al alma convertido en fuego;
y agora que me abraso y que no llego
del aire bajo a la región primera,
vive en mí, porque viviendo muera
cobarde al gusto, inexorable al ruego.
Pues no me has de dejar, por donde subes
me guía, pensamiento, arriba, arriba,
al cielo he de llegar, tu gloria espero.
No temo rayos ni reparo en nubes,
que pues quisiste que el fuego viva,
aunque muera en el aire, subir quiero.
ANSELMO Bien por Dios, guarda el decoro
al arte, y sigue el concepto;
mereció, en fin, el soneto,
las llaves de plata y oro.
CAMILA El soneto es extremado
(pero el poeta es traidor).
ANSELMO (¡Con qué cordura y valor
se le ha oído y alabado!)
Ella es honrada y discreta.
LOTARIO Quedara agora corrido
a no haberos prevenido
que era amante y no poeta,
y exhala mi fantasía,
sin otro estudio o primor
de sólo el fuego de amor,
estos humos de poesía.
CAMILA (¡Que este traidor me engañase!)
ANSELMO (¡Que este cielo a quien bendigo
es mi esposa!)
LOTARIO (¡Que este amigo
me perdiese y me afrentase!)
(Sale CULEBRO.)
CULEBRO Acá fuera un hombre honrado,
sin nombre, te espera y llama.
CAMILA (¿Hay tal maldad? De la dama
(Aparte.)
debe de ser el recado.)
ANSELMO ¡Qué bien lo fingiste!
(A CULEBRO.)
CAMILA (¡Ay, cielos!)
ANSELMO Por fuerza he de salir.
CAMILA (¿Cómo se pueden sufrir
aquí ofensas y allí celos?)
ANSELMO Amigo, dale otro tiento,
(A LOTARIO.)
granjea, ofrece, importuna.
(Vase.)
LOTARIO (Tú tientas a la fortuna
y yo abrazo el pensamiento.
¡Con cuántas razones lloro,
muerta en mi amor, nuestra fe!)
CAMILA (Enamorada olvidé
(Aparte.)
y celosa me enamoro.
¿Qué has hecho, amor? Mas, ¡ay, cielos!
¿Qué pregunto, si he sabido
que amor que acabó en olvido,
si vuelve, comienza en celos?)
LOTARIO (Hablarela, que es en vano
resistirme.) Cielo hermoso,
de tus rayos temeroso
llego a ti.
CAMILA Quita, villano;
no te me pongas delante.
LOTARIO Escucha.
CAMILA Vete, enemigo,
que siendo traidor amigo,
aun no eres leal amante.
Cuando tu intento no fuera
tan contrario de mi honor,
por mudable, por traidor,
pintado te aborreciera.
En el tiempo que fingías
que hasta mi sombra adorabas,
¿a otra mujer obligabas
y a otra esperanza seguías?
¿Es posible que a las dos
engañó tu lengua y mano?
¿Qué Clori es ésta, villano?
¡Ah, infame!
LOTARIO Escucha, por Dios.
(Ya animan mi corazón
(Aparte.)
ese enojo y esas furias:
que siempre son las injurias
pronóstico de perdón.)
CAMILA ¿Quién me hiela?
LOTARIO Si has pensado
que en mi pecho hubo mudanza,
es que el engaño te alcanza
de tu marido, engañado,
que yo he fingido con él
otro amor, otras quimeras,
para obligarte a que oyeras
las lenguas deste papel.
En lo escrito, en el conceto
de la consecuencia suya,
advierte mejor que es tuya
el alma deste soneto.
Mira que en él me lastimo
cuando te pinto en el viento
un cobarde pensamiento
a quien, porque suba, animo.
Demás desto, cuando engaños
en mí pudieran caber,
¿pudiéralos esconder
de tus ojos tantos años?
Pierde esa injusta sospecha,
y en lo demás de mi vida,
aunque te dejé ofendida,
te dejará satisfecha.
Camila, Anselmo te vio,
y en fin, por mi desventura,
quedó muerto en tu hermosura,
y como lo supe yo,
quise con una amistad
esforzar una violencia;
probé después con la ausencia,
a curar la voluntad,
y entendí volver con vida;
pero al verte luego vi
que estaba, señora, en mí,
sobresanada, la herida.
Con forzarme a que te viera
Anselmo me dio ocasión,
y como mi corazón
no era mío, y tuyo era,
no pude dalle sosiego
a las alas con que atiza,
y así voló la ceniza
y volvió a encender el fuego,
cuyo rigor refrené
con resistencia de honrado,
y medio determinado,
a decírtelo empecé:
creciole tu resistencia
y avivole tu desdén,
y ofreciéndose también
pedir el Duque licencia,
subió, entró y, con alabar
y pretender esos cielos,
sentí agravios, tuve celos
y acabeme de abrasar;
bajose el seso a los pies,
amé, celé, pretendí,
lloré, congojeme y di
con la amistad al través;
y agora, al ver los enojos,
cómo te ofendes y engañas,
da más fuego a las entrañas
y da más agua a los ojos.
Vuelve el severo semblante
si te ofendes y te obligas,
lo que en un traidor castigas
favorece en un amante;
pues si el verme tan rendido,
el ser traidor no me quita,
por lo menos acredita
mi amor el haberlo sido.
CAMILA (¿Es hechizo o es locura?
(Aparte.)
¿Qué siento? ¿Qué se me antoja?
¿Quién me detiene y me arroja,
me amenaza y me asegura?
Mal resisto esta terneza;
pero para no moverme
con ella, pudiera hacerme
de bronce naturaleza.
¿Yo soy quien era? ¡Ay de mí!
Pero ya mía no soy.
Resuelta, resuelta estoy,
para Lotario nací.)
LOTARIO ¿No me respondes? Temblando
me miras, cruel estás.
CAMILA Lotario... ¿Qué quieres más,
pues te respondo callando?
Mi desdicha fue forzosa:
venciste, yo estoy rendida,
de agravios me vi ofendida,
celos me hicieron furiosa.
Tuve ocasiones de verte,
no pude huillas de hablarte,
y en parándome a escucharte
era sin duda el quererte.
Bajose el seso a los pies,
dudé, recelé, temí,
probé, resolvime y di
con el honor al través,
y ya en mí puedes mandar,
que una mujer de valor,
en dando el primer favor,
ninguno puede negar.
Tuya soy.
LOTARIO Dame los pies
y no me niegues la mano.
CAMILA Temo.
LOTARIO ¡Cielo soberano!
CAMILA Hablaremos después.
Queda en paz.
LOTARIO Camila hermosa,
¿ya te vas?
CAMILA Estoy turbada,
que hasta que me vi culpada
no me he visto recelosa.
LOTARIO Gócete el alma, aunque muera
el corazón donde estás.
(Sale ANSELMO.)
ANSELMO ¡Ah, Lotario! ¿Dónde vas?
Escucha, Camila, espera.
Pienso que enojada estás.
LOTARIO ¿No la ves, que sangre vierte
por los ojos?
ANSELMO ¡Suma suerte!
LOTARIO Como roca al viento está.
ANSELMO ¡Que siempre tan triste estés!
(A CAMILA.)
CAMILA Siempre a tu servicio estoy.
ANSELMO A comer nos vamos, que hoy
comemos juntos los tres.
Venid, comeremos luego.
LOTARIO Merced en eso recibo.
ANSELMO (¡Qué seguro agora vivo!)
(Aparte.)
(Hasta el fin todo aparte.)
CAMILA (Está engañado.)
LOTARIO (Está ciego.)
CAMILA (¡Qué mal lo que siento siente!)
LOTARIO (¡Qué afrenta se ha procurado!)
CAMILA (¡Ah, marido desdichado!)
LOTARIO (¡Ah, curioso impertinente!)
AQUÍ SE DA FIN A LA SEGUNDA JORNADA DEL CURIOSO IMPERTINENTE DE DON GUILLÉN DE
CASTRO
Acto III
Salen LA DUQUESA, CAMILA, LEONELA, CLAUDIA, JULIA, criadas de LA
DUQUESA. Siéntanse todas en un estrado, y LA DUQUESA en una silla, y CAMILA
a sus pies.
DUQUESA Tenéis de buenos casados
opinión notable.
CAMILA Son
muy conformes los cuidados.
(¡A cuántos tiene engañados
(Aparte.)
en el mundo la opinión!)
DUQUESA Estaréis entretenidos
con gusto. Y entre los dos
¿corren celos?
CAMILA Ni aun fingidos
los vemos, gracias a Dios.
DUQUESA Ellos pierden los maridos.
Yo, que ya su esclava soy,
ni los sufro ni los dejo.
CAMILA Sin ellos, señora, estoy,
que, tomando tu consejo,
ni los tengo ni los doy.
LEONELA Si puede tener y dar
a su gusto, mucho hace.
DUQUESA Cuando se puede pasar
el querer sin el celar,
mucho agrada y mucho aplace.
Y el tiempo que sin marido
estás ¿qué sueles hacer?
CAMILA En mi rincón encogido,
en mi labor, suele ser,
si gastado, no perdido,
y estoy entre mis mujeres.
DUQUESA Con tal gusto y tal cuidado,
ejemplo de todas eres.
CLAUDIA Donaire tiene extremado.
JULIA Prosigue el cuento, no esperes.
DUQUESA Bien haces, que siempre ha estado
a la mujer la almohadilla
como la espada al soldado.
Por ver si te maravilla
quiero mostrarte un bordado.
CAMILA Merced me harás si me enseñas
cosa que será curiosa,
pues que tú no la desdeñas.
DUQUESA Parecerate graciosa,
por ser de manos pequeñas.
CAMILA ¿Son las de Belucha?
DUQUESA Sí.
CAMILA En tal edad tal primor
asombra.
DUQUESA A Belucha di
que venga con su labor.
JULIA Ya ella asoma por allí,
que debe de haberte oído
y ya presurosa viene
y su labor ha traído.
CAMILA Tiene un gran donaire y tiene
un alma en cada sentido.
(Sale BELUCHA con su almohadilla y llégase a LA DUQUESA.)
CAMILA ¿Qué hacéis, Belucha?
BELUCHA Aprisa
para mi señora bordo
unos pechos de camisa.
CAMILA ¿Hay tal lengua?
DUQUESA La de un tordo
no da tal gusto y tal risa.
CAMILA Lindos son, a tus razones
parecen.
BELUCHA Parecen hechos
de mis manos.
CAMILA Sal les pones.
BELUCHA He aprendido a bordar pechos
por granjear corazones.
CAMILA Y ¿cuál es el granjeado?
BELUCHA Granjeo el de mi señora.
DUQUESA ¿Y no has agora acertado?
¿Erró aquí?
CLAUDIA Verelo agora.
CAMILA Donaire tiene extremado.
BELUCHA Dice el Duque, mi señor,
(A CAMILA.)
que no sepa mi señora
extremos de tu rigor.
CAMILA Natural embajadora
pareces del niño amor.
BELUCHA Y vos rigurosa estáis,
pues que con tal acedía
a tan gran amor pagáis.
CAMILA ¿Hay tal cosa, vida mía?
¡Qué temprano comenzáis!
DUQUESA ¿Qué es Belucha?
BELUCHA A preguntar
le llegué, si de mi mano
puedo en esto confiar,
y respondió que temprano
he comenzado a bordar.
CAMILA ¿Viéronse tales extremos?
Notable tiempo alcanzamos.
DUQUESA Agora al nacer sabemos,
y así tan presto llegamos
al fin para que nacemos.
CLAUDIA El Duque viene.
CAMILA (Y con él
viene el alma desta vida.
¡Ay, mi Lotario!)
(Sale EL DUQUE, ANSELMO, LOTARIO y otros.)
DUQUE (¡Ay, cruel
(Aparte.)
y bellísima homicida!)
ANSELMO (¡Ay, querida esposa fiel!
(Aparte.)
¡Ay, soberanos depojos!)
LOTARIO (¡Ay, Camila de mi alma!)
CAMILA (¡Ay, Lotario de mis ojos!)
(Todo esto aparte.)
DUQUE (¡Qué ingratitud y qué calma!)
DUQUESA (¡Qué necio mirar, qué enojos!
No puedo sufrillo.) Vete,
que me duele la cabeza,
y déjame en mi retrete
primero.
CAMILA Como tu Alteza
me lo manda, servirete.
DUQUE ¿Tan presto os vais?
DUQUESA Sí, señor,
estoy indispuesta.
DUQUE ¡Ay, cielos,
(Vanse, y queda EL DUQUE y el CAMARERO.)
que me consume este ardor,
y de mi mujer los celos
precipitaron mi amor!
Dame consejo, Marcelo,
pues sabes el mal que paso.
CAMARERO Quisiera darte consuelo.
DUQUE Allí con nieve me abraso,
y aquí con brasas me hielo.
CAMARERO Y es lo peor que esa nieve
no es para todos tan fría.
DUQUE ¿Quién la derrite o la bebe?
¿Quién a mi pecho la envía?
¿Quién por mis ojos la llueve?
CAMARERO Sosiégate y, con recato,
si querrás, podrás saber
si es cierto su injusto trato.
DUQUE ¿Y cómo, cómo ha de ser?
CAMARERO Dando licencia a Torcato,
que ya en la sala la espera.
DUQUE Entre luego, venga luego.
(Vase el CAMARERO.)
Si es ansí, ¿quién tal creyera?
Si es así, ¿quién estuviera,
como yo, dos veces ciego?
(Entran TORCATO y el CAMARERO.)
¡Torcato!
TORCATO ¡Señor!
DUQUE Amigo,
sin recelo.
TORCATO Confiado
en esa palabra, digo
que como me vi obligado
a matar un enemigo
que viéndome sin espada,
cuando conmigo riñó,
me dio aquella cuchillada,
iba preocupado yo
cómo hacer una venganza honrada,
y ansí en la calle rondando
de Anselmo, en una ventana
de su casa vi colgando
una escala, y diome gana
de ver el fin, y esperando,
vi luego bajar por ella
un hombre, y como le vi,
sin que alumbrara una estrella,
de lejos no conocí
quién era, y volviendo a vella,
en un punto la subieron
y asombrado me dejaron.
DUQUE Si sombras no te engañaron,
mil veces dichosos fueron
pues que por ella bajaron.
TORCATO Si tú gustas de salir
será posible el saber
la verdad.
DUQUE Así ha de ser.
Lo que no puedo sufrir
aun no visto, quiero ver.
Ven a la hora que podría
ser mejor.
TORCATO Si a las tres quieres,
será buena.
DUQUE ¡Ay, pena mía!
Mal haya el hombre que fía
de honra y lealtad de mujeres.
(Vanse. Salen CULEBRO y LEONELA.)
LEONELA ¡Quién, con ocasión más llana,
de ti pudiera gozar!
CULEBRO La que tengo es soberana.
¿Hay tal gusto como hallar
aquí puerta, allí ventana?
Buena hora es ésta.
LEONELA No es mala,
entra a esconderte y espera.
CULEBRO ¿Qué gusto al mío se iguala?
Subir por una escalera
y bajar por una escala.
(Salen CAMILA y LOTARIO.)
LEONELA Vete, y razones ataja.
CAMILA Lotario, amigo, señor.
(Sin ver a CULEBRO.)
CULEBRO Otra pareja: ventaja
nos lleva, porque es mayor.
Quiero meterme en baraja.
(Y éntrase CULEBRO.)
LOTARIO ¡Ay, Camila!, mal me trata
la sombra desta quimera,
a tus glorias tan ingrata:
el Duque, que persevera
en tus amores, me mata,
que después que oí en su boca
aquella razón, me admira,
y con pasión ciega y loca
celo al sol porque te mira
y al viento porque te toca.
CAMILA Cuando el sol y cuando el viento
traen tu nombre a mis oídos,
y tu gloria al pensamiento,
cuando en todos mis sentidos
sólo a ti, Lotario, siento,
cuando el gusto que te doy
se mide con tu esperanza,
cuando toda tuya soy,
¿con tan poca confianza
me tratas? Corrida estoy
porque tú debes temer
de la ligereza mía,
que el honor de la mujer
con el mismo a quien le fía
la opinión suele perder.
Y si éstos tus celos son,
mal de mis cosas arguyes,
pues con tan poca razón
a mi flaqueza atribuyes
la fuerza de la ocasión.
LOTARIO Baste, mi bien, el rigor
de tu enojo es temerario.
Ya fío de tu valor,
que aunque es tan fuerte el contrario,
es más fuerte el defensor.
Y el celarte no es mostrar
que en ti no estoy confiado;
mas quien ama sin celar,
no da apetito al cuidado,
o no sabe qué es amar.
Mas pues arrojan tus cielos
tales rayos de venganza,
desterraré mis desvelos,
colgando en tu confianza
a la vergüenza mis celos.
CAMILA Sois mi gloria.
LOTARIO Y mi bien vos.
LEONELA ¡Señora!
(Dentro.)
CAMILA Leonela llama.
LEONELA No hay apartar a los dos.
CAMILA ¿Dónde está Anselmo?
LEONELA En la cama.
Ve, que es tarde.
CAMILA Adiós.
LOTARIO Adiós.
(Éntranse.)
(Salen EL DUQUE y el CAMARERO y TORCATO.)
DUQUE No vi mayores nublados.
TORCATO Éstas las espaldas son
de la casa, y un balcón,
también los hierros dorados,
del antecámara es
donde se toca y compone
Camila, y en él se pone
la escala.
DUQUE Dichosos pies.
¿Adónde podremos ver
y esperar mi desventura?
Porque noche tan obscura
no vi en mi vida ¡Ah, mujer!
TORCATO Bien es estar apartados,
que si de arriba nos ven,
no bajarán.
DUQUE Dices bien.
¡Ay, soles, mal empleados!
¡Ay, apariencia fingida,
sordo mar, muda escopeta,
que con pólvora secreta
me habéis quitado la vida!
(Sale LOTARIO.)
LOTARIO ¡Qué mal descansa con celos
un amante! No he podido
sosegar.
DUQUE ¿Oyes ruido?
(Echan una escala y baja CULEBRO por ella.)
CULEBRO ¿Viste gente?
LEONELA Quedo.
LOTARIO ¡Ay, cielos!
LEONELA ¡Ay, que es Lotario!
LOTARIO ¡Ah, traidora!
LEONELA Y más gente. ¡Ay, Dios! ¿Qué haré?
LOTARIO ¿Por dónde, por dónde fue?
CAMARERO ¡Tente!
LOTARIO ¡Ay, de mí! ¿Qué haré agora?
DUQUE ¿No es Lotario?
CAMARERO Sí, señor.
¿Matarémosle?
DUQUE Esperad,
que corre mi autoridad
peligro, vení. ¡Ah, traidor!
TORCATO ¡Que bajase por la escala!
CAMARERO Es sin duda...
DUQUE ¡Oh, alevoso!
Tú eres mil veces dichoso,
Camila mil veces mala.
(Vanse EL DUQUE y los otros, y quédase LOTARIO.)
LOTARIO ¿Qué me ha pasado? ¿Qué es esto?
¿No habló el Camarero? Sí.
¿Y el Duque no conocí,
en mi daño tan dispuesto?
Él bajó por la escalera,
y esperándolo estarían
los dos que con él venían.
Muera, pues, mi vida, muera.
Del instrumento cruel
es bien que me ahorque yo;
mas, quien la ocasión me dio,
aun no me deja el cordel.
Los palos y cordeles,
que son gradas y grados de tu gloria,
no fueron tan crueles
al cuello, como son a la memoria,
donde a falta de soga
me aprieta el palo y el cordel me ahoga.
¡Con qué razón temía
de tal competidor las ocasiones!
Yo, ingrata, lo decía,
y tú, tierna a mis quejas, ¿qué razones
mezclaste con tu llanto,
que tanto afligen y engañaron tanto?
¡Qué terrible congoja!
¡Qué furioso mortal desasosiego!
¿Qué haré? Todo me enoja,
todo soy pena y llanto y todo fuego,
que este agravio importuno
cuatro elementos ha juntado en uno.
¡Qué venganza apercibo!
Viva el Duque sin alma y pierda el gusto,
pues que sin alma vivo;
tema Anselmo celoso el trato injusto
y pondrá, si se abrasa,
cerrojos y candados a su casa.
No le diré, estoy loco,
que he ya gozado su villana esposa,
ni lo que vi tampoco,
mas dejarele el alma temerosa
con decir que la tengo
rendida, y que le aviso y le prevengo.
Tratará de cerralla,
que ni la mire el sol ni toque el viento,
y no podrá gozalla
nadie, ni aun yo. ¡Extraño pensamiento!
Que cosa tan querida
más bien está dejada que partida.
¡Pero qué divertido
me tienen los rigores destos celos!
El sol recién nacido
tiende su capa por los anchos cielos,
y yo en la calle espero.
Voy a matar, pues que rabiando muero.
(Vase, y sale ANSELMO con dos criados, todos vestidos de cazadores.)
ANSELMO ¿Está todo apercebido?
CRIADO 1º Los caballos con sus sillas,
los perros en sus traíllas.
¿Que Lotario no ha venido?
CRIADO 2º No, tarda.
ANSELMO Venir podría,
porque el día no se pierda:
la caza es locura cuerda
cuando es apacible el día.
Mas si es áspero, y después
se cierra la noche escura,
sin duda que la locura
más necia del mundo es.
(Sale LOTARIO.)
Lotario, ¿se os ha olvidado
el concierto para hoy?
LOTARIO En otras cosas estoy
desde anoche desvelado.
ANSELMO ¿Qué cosas?
LOTARIO Manda salir
los criados.
ANSELMO Salíos fuera.
(Vanse los criados.)
Decid.
LOTARIO Al cielo pluguiera
que muriera sin decir.
Toda la noche he dudado
si os diría lo que os digo,
pero el ser piadoso amigo
se ha rendido al serlo honrado.
Sabed que vuestra mujer...
ANSELMO Lotario, espera, ¿qué siento?...
Déjame tomar aliento.
LOTARIO También lo he yo menester.
ANSELMO Di.
LOTARIO Ya digo.
ANSELMO ¡Ay, Dios! ¿Qué es esto?
No digas...
LOTARIO Tu gusto hago.
ANSELMO Mas si es de la muerte el trago,
mejor es pasallo presto.
Di, amigo.
LOTARIO Ya tu esposa
se ha rendido a mis porfías:
vila andar algunos días
entre amante y recelosa,
y siempre te lo he callado,
por pensar que era ilusión,
hasta ver su corazón
en tu ofensa declarado.
Entre ciegos desvaríos
me ha ofrecido sus despojos,
mas porque vean tus ojos
si se engañaron los míos,
pues ya te habrás despedido
para partirte a cazar,
mira si tienes lugar
por dónde ver escondido
cómo me espera tu esposa
en tu cama...
ANSELMO ¡Ay, desventura!
LOTARIO ... dando causa a su locura
tu impertinencia curiosa.
Y perdona si llegó
a esto el mal que te condena,
que la culpa desta pena
tú la tienes y no yo.
ANSELMO Lotario, tú has procedido
como amigo tan honrado,
y yo, ¡ay, triste!, he procurado
la afrenta en que me he perdido.
Mas yo mismo la he de ver
y acabarme de matar.
LOTARIO Pues di que vas a cazar
y vete luego a esconder.
ANSELMO Yo voy, Lotario, yo voy
a morir en esta guerra,
si antes no empide la tierra
los muertos pasos que doy.
(Vase ANSELMO.)
LOTARIO ¡Ay de mí, ya estoy cobarde
advirtiendo que estoy ciego!
(Sale LEONELA.)
LEONELA Lotario, temblando llego
por pensar que llego tarde.
Aunque no pienso de ti
que tan cruel hayas sido,
que tras haberte servido
en tus amores de mí,
mis servicios olvidados
le hayas dicho a mi señor
mis yerros, que son de amor,
aunque no son tan dorados.
Lo que te suplico agora,
si es que tan cuerdo anduviste,
es que lo que anoche viste
no lo sepa mi señora.
LOTARIO ¿Cómo? ¡Ay, suerte rigurosa!
(Sale CULEBRO.)
¿Qué queréis, Culebro vos?
CULEBRO Oye, señor, a los dos,
que es todo una mesma cosa.
De tu discreción no siento
que nunca de ver te alteres
desenvoltura en mujeres
y en hombres atrevimiento.
Y así no te habrá ofendido,
si cuando amor nos desvela,
la desenvuelta es Leonela
y yo soy el atrevido.
En su aposento me esconde,
donde al entrar puedo ir,
pero más tarde, el salir
por fuerza ha de ser por donde
viste que anoche salía,
y por la escala bajaba.
LOTARIO ¿Tú fuiste? ¡Desdicha brava!
Yo soy el que no sería.
Yo estuve sin seso, ¡ay, cielos!
¡Oh, celos, pena infernal!
¡Desventura general
de la tierra son los celos!
LEONELA ¿Qué dices?
LOTARIO Perdido soy.
CULEBRO ¿Qué tienes?
LOTARIO Muerto me hallo.
Que me ensillen un caballo
di en mi casa. Ve.
CULEBRO Ya voy.
LOTARIO Y yo te diré después
a qué efeto le prevengo.
CULEBRO ¿Uñas pides? Uñas tengo
en las manos y en los pies.
LOTARIO Pero... en la sala me espera,
que viene Camila agora.
(Sale CAMILA.)
CAMILA ¡Lotario!
LOTARIO Mi bien, señora,
porque rabiando no muera,
dame una muerte piadosa:
mátame con este acero.
CAMILA ¿Qué dices? Mi bien, yo muero
de verte.
LOTARIO Camila hermosa,
ya no permiten los cielos
que haya remedio en mis daños.
Unos visibles engaños
me dieron mortales celos:
cegueme, tocó a rebato
en el alma su rigor
y supo Anselmo tu amor.
CAMILA ¿Y ha sabido nuestro trato?
LOTARIO Sólo el amor ha sabido
que nos tenemos los dos.
LEONELA ¡Guay de mí!
CAMILA ¡Válame Dios!
LOTARIO Y en tu retrete escondido
espera ver, desde allí,
lo que yo le aseguré.
CAMILA Gran pensamiento encontré,
no te aflijas.
LOTARIO ¿Cómo así?
CAMILA Remediaré tus locuras
y mis desdichas también.
LOTARIO ¿De qué suerte?
CAMILA Escucha, ven,
Leonela.
LOTARIO ¿A qué te aventuras?
CAMILA Dime bien lo que ha pasado,
direte lo que has de hacer.
LEONELA ¡Qué no puede una mujer
cuando quiere!
LOTARIO ¡Ah, desdichado!
(Vanse y sale ANSELMO.)
ANSELMO A ver mi afrenta y mi daño
¿dónde me podré esconder?
¡Qué ciego voy! ¿Qué he de hacer?
Pero aquí, si no me engaño,
hay un hueco en la pared,
de una destas colgaduras
cubierta. Paredes duras,
de enternecidas caed,
porque según llego a verme
de congoja y de dolor,
pienso que fuera mejor
enterrarme que esconderme.
Mas ya en mis penas extrañas
las paredes sin sentidos,
para que les diese oídos
debieron de darme entrañas.
(Salen CAMILA y LEONELA.)
—955→
LEONELA Señora, ¿que tal rigor
te obliga y tal pensamiento?
Es grande el atrevimiento.
CAMILA También es grande el valor.
Favor me da y no consejo.
Llama a Lotario.
ANSELMO (Estoy loco.)
(Todo lo dice aparte y escondido.)
LEONELA Espera, sosiega un poco.
CAMILA Déjame ya.
LEONELA Ya te dejo.
CAMILA ¿Qué ha visto Lotario en mí,
aunque me adoró tres años?
Para sus nuevos engaños,
¿qué nueva ocasión le di?
¿Viome liviana? ¿Soy loca?
¿Halló puerta en mis enojos
el hechizo de sus ojos
y el encanto de su boca?
¿No sabe el ser y el valor
de mi esposo, a quien adoro?
¿Y no ve que es su decoro
el sagrado de mi honor?
ANSELMO (¡Ay, cielo!)
CAMILA ¿En qué confianza
ha su locura fundado?
ANSELMO (¡Cómo, ya desesperado,
vuelvo a tener confianza!)
LEONELA Con todo es mucha crueldad.
¿El decírselo a tu esposo
no es mejor?
CAMILA Deste alevoso
es hechizo la amistad,
y tanto en ella y en él
confía su pasión loca,
que no pude con mi boca
acreditar un papel,
y si otra vez se lo digo
me dirá que son antojos.
LEONELA Haz que lo vean sus ojos.
CAMILA ¿No adviertes a qué le obligo?
¿Ponelle en tal ocasión,
si le adoro, he de querer?
Por mi mano he de romper
las alas de un corazón
que las dio a tan mal deseo.
LEONELA ¡Qué bien finges!, ¡di más, di!
(A CAMILA.)
ANSELMO (A mi desdicha creí
y a mi ventura no creo.)
CAMILA Corre, llama a ese traidor,
vuela.
LEONELA Mira que te ciegas.
CAMILA De las romanas y griegas
hoy escurezco el valor.
Ve y llámale con presteza.
LEONELA Habré de seguir tu antojo.
(Vase.)
CAMILA Porque si pasa el enojo,
no desmaye la flaqueza.
Hoy mi esposo y enemigo
con este acero han de ver,
escrito en sangre, qué es ser
fiel esposa y falso amigo.
Y quitaré deste modo
a mi Anselmo, en recompensa,
el peligro de la ofensa
y el de la venganza, y todo,
que le adora el alma mía
y a todo se ha de obligar.
ANSELMO (Acabábame el pesar
y acábame el alegría.)
(Salen LOTARIO y LEONELA.)
LOTARIO ¿Qué suerte puede haber hecho
camino por donde vaya?...
CAMILA En pasando desta raya
tengo de pasarte el pecho...
(Hace la raya con la daga en el suelo.)
LOTARIO ¿Qué te ha podido ofender?
CAMILA ... que aunque aquí verás mejor,
en materia de mi honor,
cuán alta la puedo hacer,
escúchame desde ahí.
LOTARIO ¿Qué te escucho? ¿Cómo agora?
¿No me llamaste, señora?
CAMILA No te turbes, oye.
LOTARIO Di.
ANSELMO (Porque algún mal no suceda
saldré. Mas no puede ser,
porque una flaca mujer
no hay que temer que matar pueda.)
CAMILA Lotario: Anselmo ¿es tenido
por honrado?
LOTARIO Así es verdad.
CAMILA ¿Fue fingida su amistad?
LOTARIO La mayor parte del mundo ha sido.
CAMILA Y yo, en él ¿no soy tenida
por honrada?
LOTARIO Sí, señora.
CAMILA ¿Dite ocasión?
LOTARIO Sólo agora.
ANSELMO (¡Ay, Camila de mi vida!)
CAMILA ¿Antes della tus antojos
no hallaron de cuerda boca
desengaños en mi boca?
¿Pudo engañarte, en tus ojos?
Cuando no sirviera el ver
lo que a tu honor le obligaba
mi marido, ¿no bastaba
el serlo de tal mujer?
Mira si es bien que castigue,
con mano justa y violenta,
quien honrado amigo afrenta
y honrada mujer persigue.
Para esto pues te llamé:
éstos serán mis abrazos.
LOTARIO ¡Señora!
CAMILA ¡Suelta los brazos!
LOTARIO Oye, tente.
CAMILA ¡Suéltame!
Leonela, ayuda.
LOTARIO Extrañeza
es la tuya.
CAMILA Y tú eres vil.
¡Ah, flaqueza mujeril,
sacad fuerzas de flaqueza!
ANSELMO (¿Quién tal mujer ha tenido?)
LOTARIO Tente.
CAMILA Llega, abrázame.
Por decir que te abracé
(A LOTARIO.)
delante de mi marido.
Ya se cansaron los bríos,
¿que dirán...
LOTARIO Dulces abrazos.
(A CAMILA.)
CAMILA .... que me desmayo en tus brazos,
cuando te matan los míos?
Déjame, y pues mi esperanza
no logré, a mi corazón
le daré satisfacción
de que no tomé venganza.
Pues para matarte a ti
mi valor faltado ha,
mayor hazaña será
matarme por ello a mí.
LEONELA ¡Tente, señora!
LOTARIO ¿Qué es esto?
¿Quién tal imaginara?
(Sale ANSELMOdiciendo.)
ANSELMO ¡Mi bien! (Ella se matara
(Aparte.)
si no llegara tan presto.)
CAMILA Anselmo, esposo, ¿aquí estás?
ANSELMO Donde bendigo a mi suerte.
CAMILA ¿A mí me excusas la muerte
y a Lotario no la das?
Del más infame contrario
pasa el pecho con la espada.
ANSELMO Para no estar engañada,
tú verás quién es Lotario.
Dame los brazos y el pecho,
y tú lo mesmo has de hacer.
En esto echarás de ver
si es culpado en lo que ha hecho.
CAMILA Y la poca confianza
veo, que de mí tuviste.
LOTARIO Y que a mí traidor me hiciste.
ANSELMO ¡Fue con tan buena esperanza!
Queda en paz, Camila mía.
CAMILA ¿Así me quieres dejar?
ANSELMO Con Lotario celebrar
tus alabanzas querría.
(¡Qué bien logrado deseo!)
LOTARIO (¡Qué bien empleado engaño!)
(Aparte.)
CAMILA (¡Qué buen remedio a mi daño!)
LEONELA (Yo lo he visto y no lo creo.)
(Vanse ANSELMO y LOTARIO.)
CAMILA Ni yo creyera que así
me obligara tu cautela.
¿Has visto, has visto, Leonela,
en qué me he visto por ti?
Muerto tuve el corazón
y aun tengo el alma en la boca,
que de tu vergüenza poca
éstas las reliquias son.
Villana, ¿a tu infame amigo
por mi aposento has de entrar?
De vida puedes mudar
si has de pasalla conmigo.
No hay pensar que sigas más
tan afrentoso cuidado.
LEONELA ¿Tan buen ejemplo me has dado
que tanta culpa me das?
¿Tú ofendiendo a tu marido
no te sabes conocer,
y en quien mío lo ha de ser
tan grande la ofensa ha sido?
CAMILA ¡Oh, villana mal nacida!
(Dale un bofetón.)
Pondré vergüenza en tu cara,
y si mi honor no mirara,
yo te quitara la vida.
LEONELA Esta merced esperaba
quien tal señora servía.
CAMILA Quien de sus criadas fía,
de señora se hace esclava.
LEONELA Pues que tu cordura es tan poca,
sabré decir mi razón.
CAMILA Si hablas, el corazón
te sacaré por la boca.
(Vase.)
LEONELA Tú verás, pues soy mujer,
si mi agravio sé vengar.
(Sale ANSELMO.)
ANSELMO No hay más gusto que esperar,
ni más glorias que tener.
LEONELA Ya tengo ocasión de hacello.
Furiosa estoy, estoy loca.
ANSELMO Pues al pescuezo la toca
y por la espalda el cabello,
¿qué tienes, que voces das?
LEONELA Si me aseguras primero,
la verdad decirte quiero.
ANSELMO Sí aseguro.
LEONELA ¿Dónde vas?
ANSELMO El Gran Duque me ha llamado,
y con priesa voy allá.
LEONELA ¿Y tu esposa dónde está?
ANSELMO Con Lotario la he dejado.
LEONELA Apenas habrás salido
de casa, cuando los dos
te ofendan.
ANSELMO ¡Válgame Dios!
¿Qué dices?
LEONELA Que fue fingido
cuanto viste en tu aposento.
Fue traición y fue cautela.
ANSELMO Mira qué dices, Leonela,
si adviertes bien lo que siento.
LEONELA Finge salir de tu casa,
si crédito no me das,
y vuelve luego y verás
adónde tu honor se abrasa.
ANSELMO Yo voy... ¿Qué hacer?
LEONELA Por aquí.
ANSELMO ¡Ay, mudanzas de fortuna!
LEONELA Ésta es la puerta.
ANSELMO Ninguna
queda abierta para mí.
Voy sin alma, voy perdido.
LEONELA ¡Qué ciego va y qué turbado!
¡Jesús!
—962→
ANSELMO Pues he tropezado
en la puerta, habré caído.
(Vase ANSELMO y sale CULEBRO.)
CULEBRO ¿Qué es esto, mi vida?
LEONELA Ya
no hay mi vida.
CULEBRO ¿Qué ha pasado?
LEONELA Todo estaba remediado
y todo perdido está.
Yo fui causa deste efeto,
y ya estoy arrepentida.
CULEBRO ¿Cómo?
LEONELA Loca de ofendida
he descubierto el secreto.
Dije a Anselmo lo que pasa,
y que se fue habrá fingido
de casa, y si se ha escondido,
tiene de arderse esta casa.
CULEBRO ¿Qué hiciste, Leonela? ¡Ay, triste!
Para tanto mal conviene
remedio.
LEONELA Ninguno tiene.
CULEBRO ¿Qué hiciste, loca, qué hiciste?
LEONELA Con penas lo estoy pagando.
CULEBRO ¿Podrá remediarse agora?
LEONELA ¿Cómo, si ésta es la hora
que quizá se están matando?
CULEBRO No sé lo que pueda hacer
debajo de las estrellas.
Alabardas son aquellas...
el Gran Duque debe ser.
Quiero avisalle, y si puedo,
con hacello daré modo
de que no se pierda todo.
(Vase.)
LEONELA Muerta me dejas de miedo.
Nunca ser me hubieran dado,
pues tan villana he nacido.
¡Que tan sin seso haya sido
quien tanto mal ha causado!
(Hay ruido dentro de espadas y hablan ANSELMO y LOTARIO y CAMILA dentro.)
CAMILA ¡Jesús!
ANSELMO ¡Amigo alevoso!
¡Y tú, adúltera insolente!
CAMILA ¡Jesús mío!
LOTARIO ¡Anselmo, tente!
¡El defenderme es forzoso!
(Sale CAMILA sin chapines y descompuesta cabello y ropa.)
CAMILA ¡Ay, infelice mujer!
¿Por dónde podré escaparme?
¿De qué ventana arrojarme
y en qué profundo caer?
(Salen los dos diciendo esto.)
ANSELMO Lotario, muerto me has,
pero muerto he de matarte.
LOTARIO No me sigas.
ANSELMO Alcanzarte
quisiera, y no puedo más...
Mas... yo la culpa he tenido.
(Cáese.)
LOTARIO Ven, Camila.
(Salen EL DUQUE, LA DUQUESA, alabarderos, y todos, hombres y mujeres que
hubiere, y el CAMARERO.)
DUQUE Tente.
CAMARERO Tente.
DUQUE Matalde.
ANSELMO No, Duque mío,
oíd primero.
DUQUE Prendelde.
ANSELMO Era Lotario mi amigo,
y, celoso impertinente,
en la ocasión que les di
despeñáronse. Afrenteme.
Que Camila ni Lotario
no son bronce ni son nieve.
Fue siempre mi grande amigo,
y el darme agora la muerte
fue la mayor amistad
que en su vida pudo hacerme.
Y, pues mi culpa conozco,
y me imagino de suerte
que por el alma no salga,
me importa apretar los dientes,
para morir consolado
de Vuestras Altezas. Denme
palabra que han de cumplir
lo que en su presencia ordene.
DUQUE Yo la doy.
DUQUESA Y yo también.
ANSELMO Cúmplase inviolablemente.
DUQUE Yo lo juro.
DUQUESA Y yo lo juro.
ANSELMO Es, señor, que de mi muerte
alcance el perdón Lotario,
para que después hereden
él y Camila, casados,
como mis gustos, mis bienes.
¿Daisme esa palabra?
DUQUE Sí.
ANSELMO Yo muero. ¡Jesús mil veces!
Camila, Lotario... adiós.
DUQUE Ya es muerto, no hay quien no quede
con extraña admiración.
DUQUESA Hasta los cielos la tienen.
CAMILA Mal haya mil veces yo,
que tuve culpa en su muerte.
LOTARIO ¡Oh amigo más verdadero
que se ha visto entre las gentes,
quién no te hubiera ofendido!
Mas la culpa tú la tienes.
DUQUE Y yo quiero, en este punto,
para que memoria quede
deste suceso a los hombres,
que se cumpla puntualmente
lo que sobre mi palabra
ordenó Anselmo que hiciese.
Dale a Camila la mano.
LOTARIO Pues ya remedio no tiene,
yo la doy.
CAMILA Y yo la tomo
porque me anime y consuele.
LEONELA Y tú y yo, ¿nos casamos?
CULEBRO Aunque a todo el mundo pese.
Y aquí la comedia acaba
del Curioso impertinente.
FIN DE LA COMEDIA DEL CURIOSO IMPERTINENTE

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